Epidemia en las aulas.

Agobio. Pasos hacia ningún lugar. Incertidumbre. Gritos. Lloros. Adolescentes recibiendo órdenes. Encerrados. 

Clara intentaba buscar una salida a aquel laberinto de puertas. Había logrado escapar del grupo de infectados. Sabía perfectamente que ella no presentaba los síntomas de la peste, pero también sabía que la estaban buscando. Ahora mismo, era la persona más valiosa del edificio. 

Mil salas. Mil puertas. Ventanas que dejan ver la angustia y los rostros de desesperación de los que hasta ese día habían sido sus compañeros. 

Intentaba abrir y cerrar puertas, corría quién sabe hacia donde. Sólo trataba de buscar una salida, quería estar fuera de aquel edificio tan pronto como le fuese posible. Aquella situación le recordaba a algunos videojuegos; había puertas que sólo lograba abrir una vez, salas que visitaba continuamente. Se sentía completamente encerrada. 

Sudor. Las primeras lágrimas. Ataque de pánico. "Cálmante Clara, eres lo suficientemente inteligente para lograr salir de aquí". 

Empezó a probar suerte en el ala Oeste del edificio, donde algunos de sus compañeros estaban siendo manipulados ya. ¿Qué hacían con ellos? Estaban ¿curándoles? ¿de verdad? Allí sólo se oían gritos y más gritos. 

Caras pálidas. Gente pidiendo auxilio sin apenas poder articular palabra. Puertas y más puertas. Una nueva sala. 

El cansancio estaba pudiendo con la chica, pero al fin logró llegar. Era una pequeña sala con una rejilla, y como no, más puertas. A través de ella, podía verse un aula del insitituto, ya vacía. 

Patadas. Puñetados. Intentos de despegarla de la pared. Ansias de salir. Ha caído. 

Carla bajó tan rápido como pudo a la pequeña sala. Salió por la puerta, y se dirigió a uno de los ascensores. 

"Allí está". Gritos a sus espaldas. Personas corriendo para aprisionarla. 

Llamó al ascensor tan rápido como pudo, y se montó en el. 

"Planta baja". Salida. Es libre.