Don Isidro dice en mi oido que me ama y me adora... lo sé... lo traigo loquito. Su boca entre mis pechos anhelantes y sudados. Sus manos enlazadas a las mías... su cuerpo tan pesado, y mis piernas tan abiertas y convulsas sobre su colchón... su viril espada me mata poco a poco. Un vendaval él y yo la tierra sedienta de su lluvia de leche... Don Isidro busca mis labios y los muerde y aspiro su aliento a mentas. Su esposa mi jefa, su ahijado Leopoldo quiere con mis huesitos...pero yo amo al ruquito este... es cursi y detallista y si yo le pidiese que se aventara de un precipicio él lo haría sin dudar... Todos antes que él sólo me bajaban las estrellas... y luego los calzones... Me cogían a su gusto, y luego si te ví no me acuerdo... el único que regresó, y me sorprendí al abrir mi puerta, enredada en mi sábana, fue un tal Félix... y eso porque había olvidado su cartera... la tomaba y huía de mí. ¿Qué maldición pesaba sobre mí?... Robert, un tipo que conocí en un puesto de revistas me dijo que yo era de esa chicas lindas que solamente son para cogérselas y olvidarlas... y eso me decía luego de fornicarme un par de horas, y se vestía y no lo volví a ver jamás... Pero don Isidro es distinto... y día a día me da una rosa roja allí en el Café Europa, a la vuelta de su despacho y a media cuadra de mi trabajo. Y su esposa mira mi rosa y yo le sonrío. Es una señora difícil; pero paga bien, y casi nunca está en la boutique... tal parece engaña a su marido con un empleado guapo del banco de la esquina... ese tipo me invitó a salir la semana pasada... y me tocaba la cadera con sus dedos, y su voz en mi orejita me ponía chinita la piel... y casi caigo... pero no... le soy fiel a mi ruco feito... él sí es un hombre cabal... y aunque soy su amante soy feliz en sus brazos... Y dice de nuevo que me ama, y se viene y me vengo... Este hotel nuestro nido de amor... y tocan la puerta... ha de ser el servicio a cuarto... Don Isidro suelta mi pezón de sus labios, y baja de mi cuerpo...
Me levanto, toda sudadita y trémula y mi vientre ahito de su semen caliginoso... me visto su camisa blanca... tocan la puerta de nuevo... y digo que ya voy... me abotono... y mi amorcito me sonríe y se cubre con la sábana...
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