Cara de puta
Por Agustina Chavero
Enviado el 20/08/2013, clasificado en Intriga / suspense
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Aunque no era el costo real, Lucio sacó un boleto de 75 centavos para regresar a casa. Tomó asiento en el último lugar, junto a la ventanilla, donde apoyó la frente tras cruzarse de brazos. El ómnibus estaba casi vacío y el aspecto melancólico de los escasos pasajeros lo hacía sentirse peor.
Un deseo latía en sus manos y era el de ahorcarse en pleno viaje, sin importarle la incomodidad que le causaría eso al chofer, ni las explicaciones que tendrían que dar los pasajeros a la policía como testigos de su muerte. Los deseos de suicidio se habían soltado y habían vuelto a volar. Pero no quería hacerlo, en realidad tenía miedo de cometer semejante acción. Entonces se sentó sobre sus manos y se limitó a tratar de pensar en otra cosa.
Una mujer joven se sentó a su lado y se puso a revisar el interior de su bolso. Lucio la miró extrañado, pues teniendo todo el colectivo para ella justo tenía que sentarse allí. Ella también lo miró, le sonrió con una boca llena de rush y le preguntó la hora.
_ No tengo._ Respondió Lucio de malagana y, volviéndose a cruzar de brazos, se apoyó en la ventanilla.
_ No sabía que los porteños eran tan educados _ Murmuró ella.
_ No soy porteño, soy entrerriano.
_ ¿Entonces por qué tu acento es porteño?
Lucio, molesto, levantó la cabeza y le clavó una mirada irónica.
_ No hablés conmigo, soy esquizofrénico.
_ ¿Y cuál es la razón para que no hable?
_ Deberías tenerme miedo.
_ No te creo si fueras esquizofrénico no estarías aquí.
_ ¿Por qué no?
_ Estarías en un psiquiátrico
_ Acabo de salir de uno, cariño.
_ ¿Me dirías la hora?
_ Te dije que no tengo. Además soy casado._ Lucio se levantó y fue a sentarse en un asiento individual.
Volvió a sumirse en sus cavilaciones y mirando el martillo de emergencia pensó que de un golpe certero en el pecho se podría provocar un colapso cardiaco muy guapo; después de todo era más sutil que ahorcarse con sus propias manos, hazaña casi imposible de realizar. Vio por uno de los espejos que la mujer del fondo seguía mirándolo con cara de puta. Si se hubiera tratado de una de las rusas quizás sí le habría dado la hora.
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