La doncella y el mayordomo -I-

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                                             La doncella y el mayordomo


Impresionante caserón, de estos en los que se puede decir. “como te pille” y os puedo asegurar que tenía para correr y esconderse.

La profesión de mayordomo tiene sus ventajas e inconvenientes, como todas, ¡supongo!. Soy de la opinión de que uno no elige lo que quiere ser, sino que es el destino quien lo hace.

Creo que tampoco viene a cuento como llegue a ser mayordomo en este gran casa… bueno si, pero en otra ocasión.

La historia que nos ocupa empieza el día en el cual Doña Leonor se jubila. Esta señora trabajadora, humilde y buena persona, en definitiva encantadora, nos deja. Ha llegado el momento el momento en el cual tiene que disfrutar con su marido, de todo el tiempo libre que se han ganado con el paso de los años. Pero… tampoco es Doña Leonor la “atracción de esta fiesta”.

La atención la debemos poner en la que fue y es la sustituta de Doña Leonor. Una joven de 24 años con un cuerpo casi perfecto. No entendía muy bien como una joven tan hermosa podía haber acabado de doncella aquí; si bien es cierto que la familia adinerada era generosa en el pago del salario y en el trato con la servidumbre.

Fuera como fuese, ella, Mónica estaba trabajando a mi lado y a mis órdenes, para deleite de mis ojos. Ya el primer día que se puso el uniforme me dejo boquiabierto, le quedaba estupendamente bien; y por supuesto si antes me había fijado en ella, ahora la había hecho con más detalle.

La falda negra dejaba ver unas piernas estilizadas que acababan en una cintura perfecta. La blusa blanca hacía notar sus pechos redondos cuasi perfectos. Morena, con ojos verdes, y cuya melena le llegaba sobre los hombros, sin llegar a ser demasiado larga, ni demasiado corta.

En la casa había más sirvientes, el chofer, el jardinero, dos sirvientas que se dedicaban a la limpieza y a ayudar en la cocina, la cocinera, Mónica y un servidor.

Debería empezar ya en detalles. Sólo la cocinera, una mujer de 50 años, soltera y yo, teníamos alojamiento dentro del caserón. El resto de empleados entraban con horario partido y pernoctaban fuera de la propiedad de los Srs López; incluida Mónica.

Un viernes los Srs López decidieron salir a cenar fuera, por lo tanto dieron la tarde/noche libre a la cocinera, la cual aprovecho para visitar a su hermana que vivía en el centro de la ciudad. Informando de que no volvería hasta el sábado a las 11:00 para hacer la comida.

Sobre las 20:00 del viernes, Mónica estaba en la habitación de la Sra ayudándola con los preparativos finales, maquillaje, vestimenta, elección de su colección de zapatos, etc…

Los srs se fueron y en la inmensa casa sólo quedamos Mónica y yo. Pensé que Mónica bajaría a cambiarse al cuarto habilitado para ello, como hacía todos los días cuando acababa su jornada,

sin embargo estaba tardando demasiado, hacia casi 1/2h que los srs se habían marchado y Mónica no había bajado, por lo que decidí subir a ver qué ocurría.

La habitación de la Sra. López, tenía tres dependencias; la alcoba, un vestidor de unos 15m2 rodeado completamente por armarios, en cuyo centro había un sofá, y el tercero era el baño, como podréis imaginar, estupendamente equipado. La puerta del baño estaba ligeramente abierta, a través de esa apertura y reflejada en el espejo se podría apreciar a Mónica dentro de la bañera, estaba disfrutando de un placentero baño. Me quede detrás de la puerta observando; sólo se veía espuma y burbujas que provocaban el hidromasaje. Estaba tranquila, como dormida pero con los ojos abiertos; estaba en un auténtico estado de reposo y relajación.

Decidí entrar: ¿se puede saber que estás haciendo? Dije espetándola. ¡oh Dios mío! veras…eh..yo…(no sabía que decir)…nunca había visto un baño semejante… nunca había visto nada igual y… (en ese momento la interrumpí) … y has decidido probarlo, graso error Mónica. ¿Sabes que esto te puede costar tu puesto de trabajo?; en ese momento se incorporó diciendo: “no tiene por qué ser así si tú no dices nada”. Como me había fijado antes sus pechos eran perfectos, redondos, con una aureola marrón oscuro y los pezones algo más claros. No iba depilada del todo, pues se había dejado un ligero bello, como un camino de hormigas hacia el hormiguero. Enseguida se dio cuenta de que su cuerpo había llamado extremadamente mi atención. Intenté reponerme y concentrarme y dije: “¿Cuál es el motivo por el cual debería guardar silencio?”. Realmente ninguno, dijo ella y añadió: “yo lo enfocaría de otra manera y me haría la siguiente pregunta ¿Por qué habrías de decir nada si realmente no ha pasado nada?” acercándose cada vez más a mí.

Sabes perfectamente que las dependencias de los srs no las pueden usar los sirvientes, esta gente se porta generosamente y debemos respetar las normas. “No seas aguafiestas Julio y relájate” me dijo, poniendo su mano en mi entrepierna que ya empezaba a crecer de forma considerable. Por unos segundos no reaccione, pero rápidamente la cogí de las nalgas de su redondeado culo y la apreté contra mí y la besé, recorriendo con mi lengua todo el interior de su preciosa boca. Quite una de las manos de su precioso culo y la puse delante entre mi entrepierna y su pubis, deslizando la mano hacía abajo mientras la seguía besando apasionadamente; enseguida note la humedad de su vulva e introduje un dedo, ella dio un respingo de placer al mismo tiempo que me aparto con ligera brusquedad. Se puso de rodillas, me bajo la cremallera del pantalón sacando mi pene que estaba escondido, al mismo tiempo que aprisionado y deseoso de salir. Primero me paso la mano recorriéndolo longitudinalmente, antes de besarlo con delicadeza, e introducirlo por completo en su boca. Me apresuré a quitarme la camisa, mientras ella se recreaba con mi eréctil miembro, el cual estaba a punto de reventar.

Continua...


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