Un salón de clase. Cambio de hora. Todos gritan. Cada uno encerrado en su propio mundo. Y yo en las calles de Madrid, junto a los incomprendidos. Cada página que pasa me invita a seguir y seguir leyendo. En esos momentos nada importa, nada. Menos que la profesora de Religión acaba de entrar al salón echando humos por la cabeza.
Mama Dino, trenza larga y tosca. Rostro desencajado y una mirada que haría llorar a cualquiera. Su cólera ha aumentado. Nadie tiene listo los trabajos de exposición. La puerta metálica da un estruendoso golpe, tras el umbral de la puerta aparece ella, Mama Dino, la más temida por todos.
Al verla todos se ponen de pie, con la mirada baja. Cada quien como puede, trata de guardar sus cosas como puede. Todos, absolutamente todos en silencio. Todos todos menos yo.
La mirada de Mama Dino cae sobre mí, que aún sigo sin darme cuenta de lo que sucede. Mama Dino se pone delante de mí, cruza los brazos y se agacha a la altura de mi rostro.
- ¿Qué haces? un grito que hace saltar a todos.
Lentamente alzo la mirada, temiendo lo peor. Las calles de Madrid y todos los incomprendidos desaparecen dentro de un viejo bolso de cuero negro el bolso de Mama Dino.
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