Cielo sin dueño (Adv: Contenido Homoerótico)
Por Gardenia Black
Enviado el 02/07/2012, clasificado en Adultos / eróticos
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Conozco el camino hacia ti andando incluso, con los ojos cerrados.
Una, dos, tres cuadras
Atravesar el parque, esquivar los niños que juegan al atardecer junto a la fuente.
Más adelante, espera por mí el cruce obligado de peatones, y desde mi perspectiva, mientras empieza a morir el sol, puedo sentir como la acera gris de concreto me seduce al otro lado, con promesas que hablan sobre tu piel y su exquisito perfume.
Aunque apresuro el paso, el camino me parece eterno
Podría traer el auto conmigo, me lo has sugerido antes y se que de haberte hecho caso no tomaría más de quince minutos llegar a tu lado, y no obstante, me parece que esta espera masoquista para verte cada día, esta rutina cruelmente auto impuesta para conseguir tu cuerpo, guarda para mi un íntimo placer que disfruto egoísta, en secreto, deleitándome con cada segundo de ansiedad, mientras atravieso la ciudad para encontrarte.
Y aun cuando las luces se apagan, las estrellas se encienden y me ayudan a encontrar en medio de una avenida desolada, ese camino inmundo y turbio -paisaje oscuro de urbanidad- donde tú esperas puntual como siempre en un callejón, bajo la luz moribunda de una farola, resplandeciendo como un querubín de mármol, en medio de un mausoleo cubierto de escarcha.
»Estoy aquí mi amor estoy aquí «
Haciendo cálculos son noventa y siete pasos los que me separan de ti.
La cuenta es exacta y el breve camino sinuoso, insoportable.
Y mientras recorro esa pequeña, pero infinita distancia, mi corazón se desboca, mis manos sudorosas forman puños apretados en mis bolsillos y mi mente prepara en su interior un discurso de amor que será reemplazado como otras veces por un simple, pero significativo silencio.
Te veo venir hacia mí con una mano descansando sobre tu cadera y la otra sosteniendo un cigarrillo y me recibes con esa sonrisita tuya de no haber roto nunca un plato.
Ese simple gesto tuyo me desarma, me vulnera
Te acercas más cada vez y desde mi nueva posición puedo ver esa piel tuya erizarse bajo la incipiente camiseta de malla que cubre tu torso de pezones erectos, el estrecho pantalón de cuero sintético envuelve tus muslos, ajustándose a tu cadera peligrosamente expuesta.
¡Ángel mío estas tiritando de frío!
Rápidamente, como si no supiera de antemano lo que va a suceder, me quito el abrigo que me cubre para ofrecértelo, pero como es costumbre, tú sólo niegas suavemente envuelto en ese halo de extraña dignidad.
No quieres caridad
Quieres concretar tu negocio.
Conozco tu tarifa y la duplico como cada noche, y mientras cuento los billetes verdes de mi cartera, que cubrirán la cuota de tu amor por renta, me recitas el menú de tus delicias, y aunque también me lo sé de memoria, me complazco en escucharlo una vez más de tus boca.
¿Sabes que las obscenidades tienen sabor a liturgia en tus labios?
Me dices que puedes cumplir cualquiera de mis fantasías
No soy tan ingenuo querido mío.
Sabes muy bien que no puedes ofrecerme la gloria de un amanecer a tu lado, ni puedes darme esos besos que mi oro no puede comprar, y que reservas para la intimidad con ese hombre que está dispuesto a compartirte con cualquiera que le asegure mantener su lujoso penthouse a las afueras de la ciudad, la misma maldita ciudad que tú recorres medio desnudo noche tras noche para complacer sus gustos caros.
No puedes ofrecerme lo que más anhelo mi niño, no hasta que decidas poner también tu corazón en venta.
Y aun así mientras espero que lo hagas, me conformo con comprar un par de horas de tu tiempo.
Solo un par de horas
Tu voz me saca de mi ensueño, me preguntas casi aburrido si esta noche quiero algo en especial, pero tú ya conoces mi respuesta; no necesito disfraces, no quiero juegos y mucho menos es necesario que finjas ser alguien más; Solo te necesito a ti, a ti y a tus quince años de primaveras estériles, quiero tus ojos azules teñidos de inocencia descolorida, sólo deseo abrazarme a tu cuerpo y comprobar que quizás estás cada vez más alto que la primera noche que te encontré.
¿Todavía te sorprende si me arrojo desesperado sobre ti para abrazarte, si te arranco la ropa, si te muerdo los labios?
No, no te sorprende, lo se; tú mismo me enseñaste aquella vez, la primera, entre risas vagas y besos con sabor a vodka barato, que el amor de callejón no tiene tiempo para sutilezas.
Me das la espalda pero se que te muerdes los labios que tiemblan de frío, en tanto yo tiemblo de deseo, y me contento con besar tus hombros salpicados de pecas juguetonas, y mientras te amo, tu voz andrógina apenas me toca con las mismas ensayadas palabras de siempre
»Pensé que no vendrías «
»Te extrañé «
Conozco tus mentiras mi ángel, y sin embargo no dudo en pagar por ellas precio que sea y no me siento mal por ello, sé muy bien que no soy el único que alquila sueños y compra artificios En este jodido mundo de engaños, la fantasía es el producto más rentable.
Tú lo sabes mejor que nadie
...Engañar es tu oficio.
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