Se me fueron juntando soledades hasta una tarde de abril, cuando a la soledad más íntima varada en el camino, le di de beber de la ambrosía dulce del triunfo. Me miró a los ojos, sincera y todavía valiente... cerró los ojos, se volteó y se echó a dormir, como siempre, sola, elegante y sin remordimientos.
Virmared SantiagoenCuentos con Aroma de Mujer, el blog.
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Se me fueron juntando soledades hasta una tarde de abril, cuando a la soledad más íntima varada en el camino, le di de beber de la ambrosía dulce del triunfo. Me miró a los ojos, sincera y todavía valiente... cerró los ojos, se volteó y se echó a dormir, como siempre, sola, elegante y sin remordimientos.
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