Esperpento
Este era un hombre cuyo sueño en la vida era satisfacer al dueño del circo, para así hacer felices a los niños, mientras hacía gala de sus dotes como saltador a una cierta distancia de aros encendidos en llamas. Al principio todo parecía ir muy bien, el dueño del circo le alentaba y le alimentaba ese entusiasmo, a la vez que le pagaba un pequeño jornal.
A medida que se acercaba la representación, el amo empezó a hacerle ver al circense que su número estaba carente de originalidad. Lo que su trabajador en seguida aceptó de buen talante. Por este motivo añadió una bicicleta desde la que lanzarse al primer aro encendido. Pensó el ingenuo hombre que ya habría solucionado el problema que le habían planteado, permaneciendo satisfecho tras varios ensayos después de haber superado dicha prueba. Ya se acercaba el día de la gran función, entonces se despertaba en él una inmensa alegría. Fue cuando de repente surgió una voz en su camerino diciendo con cierto desagrado, esto no me acaba de convencer habrá de añadir más riesgo para lograr proporcionar al espectáculo más emoción y produzca sonrisas en los más pequeños.
El pobre hombre no salía de su asombro, a lo que él respondió que no habría problema en añadirle una cierta dosis de suspense. Aunque en realidad se veía en el gran aprieto de no saber como resolver dicho problema. Llegando a la conclusión, que tal vez montando en la bicicleta en movimiento, saltando el aro en llamas, haciendo un salto mortal y volviendo a saltar otro aro, habría cumplido con su cometido. Lo preparó y acabó por salirle , teniendo que hacer ciertas demostraciones posteriores. Ya faltando un día para el gran espectáculo, su jefe le comentó que no acababa de convencerle por creer que faltaba algo qué no sabía muy bien qué era, tal vez debería de hacerlo otra persona. Pronto empezó a aparecer un cierto recelo y una serie de preguntas, que no dejaban de inquietar y poner inseguro a nuestro gran soñador, intimidado, acabó por decirle al potentado del circo que no se preocupará que no le defraudaría y aunque no hubiese tiempo material para más, siempre improvisaría algo insólito en los momentos cruciales.
Llegó el gran día y todo comenzó , la gente expectante , las piernas, ante tantas personas y tantos cambios, le fallaban y no sabía ya que era lo que realmente tenía que hacer.
Pues pensaba por muchos inconvenientes que le hubieran puesto , podrían haber estropeado lo que tanto tiempo llevaba preparando. Pero habría de proseguir.
Pues ya no sabiendo ni como, fue entonces cuando en un impulso de valentía se presentó a la multitud , lanzó la bicicleta y corriendo detrás de ella, no llegando a cogerla, tropieza con ella, despedido por el aire, él por un lado y la bicicleta por otro, pasan casualmente ambos por el aro y como buenamente puede se queda delante del otro aro encendido, mientras el público se muestra callado para ver que sucedía.
Mientras su jefe pensaba, éste hombre es un inepto, no le ha salido nada de lo que tenía preparado y encima parece orgulloso y jactarse. ¡Este hombre es un payaso! .Tras haberse puesto, como buenamente pudo nuestro protagonista, en pie y mirando al público dice:¡esto es todo!¡esto, esto es todo!. Pronto la gente empezó con una sonora ovación a aplaudirle y los niños con sus rostros iluminados y sus sonrisas dibujadas en la cara permanecían levantados de sus asientos. Mientras nuestro gran hombre habiendo cumplido su voluntad de hacer felices a los presentes y en especial a los niños ,incluso habiendo salido todo de la forma más inesperada, como en su momento dijo a su mal pagador, que no se preocupase que.....Ante lo que éste no le quedó más remedio que enmudecer y aceptar el éxito obtenido a pesar de......
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