infidelidad

Mi mejor amigo tomó el mando esta vez, después de darle cincuenta mil vueltas al asunto. Propuso juntarnos para salir de fiesta llevándose a la pareja aquellos que quisieran.

Siempre le había gustado lucir a su mujer ante todos, pero en el fondo, para él, nunca había sido distinta a las demás. Ella sonreía tristemente recordándome a los animalitos del circo cuando ven a sus amos y sin mediar palabra hacen lo que todos esperan ver, -¡pobre mujer! Decía yo para mis adentros mientras la observaba.

La noche fue larga. Bebimos hasta no poder más. Yo era uno de los pocos que no llevaba acompañante, nunca me sentí mal por ello. En la discoteca nos encontramos con la recepcionista, una chica demasiado interesante y con muchos secretos por descubrir. Hace años que su presencia me enloquece, pero ella, solo guarda sonrisas ficticias que me regala cuando la encubro, mientras se revuelca en la oficina con mi amigo, los demás compañeros piensan que es conmigo con quien se acuesta ¡ que ilusos!. La única sabedora de la verdad es la persona que menos tendría que sospechar, Demasiadas disculpas cuando suena el teléfono de su marido y contesto yo, o cuando me entrega las llaves de su coche para recoger a su mujer a la salida del trabajo, hasta la he tenido entre mis brazos llorando de dolor tras la muerte de su madre, la he acostado en su cama embriagada, incluso he llegado a desnudarla y meterla en la ducha para que entrara en calor después de pasarse toda la noche bebiendo en plena tormenta mientras su esposo gozaba con su infidelidad.

Gracias a mi amigo conocí el amor, ya no recuerdo los años que él la engaña, pero sí recuerdo los años que lleva ella engañándole a él. No me siento culpable por ello, simplemente entrego lo que otro no le sabe dar.

Mi amigo se acerca a la recepcionista y viendo de reojo me hace una mueca señalando a su mujer. Yo sonrió esperando a que desaparezcan y con la misma voy junto a su mujer y gozo con ella, cosa que él nunca supo hacer.