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Fíjate en los perros. Están acostumbrados a todo. A los coches, las casas, los restaurantes, las peluquerías, los puticlubs, los barcos, los ascensores, todo.
Acostumbrados a una realidad que no entienden. Una realidad en la que creen que son libres. Que siempre tendrán comida, agua, y hasta una perrita de vez en cuando para relajar la presión.
Están cómodos y no se enteran de nada. Caminan amarrados, obedeciendo, sin saber porque. Y aún son felices.
Están en el mundo sin saber como ni quién está detrás de todo. Son invisibles para casi todo el mundo y el mundo para ellos. Nadie se preocupa y ellos siguen sus instintos.
Fíjate en los perros y te verás a ti.
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