La casa del espejo roto - El sótano (I)

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- ¡Es la segunda vez que me ocurre! – Afirmó Noelia mirando fijamente a los ojos de Marco.

- ¿Cómo? – Le respondió devolviendo su mirada. La chispa seguía viva en su interior y lo sabía. Marcos temblaba cuando estaban juntos, pero ella siempre se encargaba de devolverlo a la realidad.

-¡Que es la segunda vez! La primera me ocurrió cuando pinté por primera vez las paredes de este sótano, y la verdad, que mi pié quedase atrapado en las rejas del desagüe con lo mal que lo pasé nunca creí que volviera a ocurrirme. Menos mal que tenía el móvil en el bolsillo y un poco de cobertura, de lo contrario pasarían días antes de que me rescataran.

-Comprar una casa vieja y alejada de la ciudad nunca me pareció buena idea. Además en vez de una reja esta arqueta del sótano parece una ventana. – le respondió Marco con un cierto tono de reproche.

-Ya. Pero no me negarás que después de ocho meses de duro esfuerzo no ha quedado un hogar encantador…

-Una trampa encantadora es lo que te ha quedado… - bromeó.

Hablaban mientras Marco movía la palanca para hacer ceder los barrotes que aprisionaban el pié de Noelia.

-¡Tira ahora! – Le conminó Marco, y ella con algo de esfuerzo pudo extraer el pié de entre los hierros.

-¡Uf! Menos mal.  Mañana mismo mando tapar esa arqueta.

-¿Mañana? No me fio de ti, así que voy a hacerte el favor de poner algo encima para que  no vuelvas a…. “meter la pata”. – Ella sonrió con una mueca mientras masajeaba el pié que había estado apresado.

Marco se fijó en que no se veía el fondo y ojeó alrededor por si había algo para tapar el enorme sumidero.

-Ahora se lo dirás a todas mis amistades y todos harán la misma broma fácil. ¿Eh? – se lo dijo cambiando el tono burlón por otro mucho más serio.

-Ya sabes que de mí no va a salir nada. En boca cerrada no entran “patas”, digo moscas… jeje – Ella lanzó el puño cerrado hacia su hombro con la intención de que dejara de bromear y este lo esquivó por los pelos.

-¡Pero bueno! Desde que vives aquí te has vuelto de un insoportable… si me tratas así no te rescataré la próxima vez.

- No habrá próxima vez. – decía esto mientras se levantaba y probaba la movilidad de su pié. – En unas semanas mi hermana se mudará aquí conmigo… - no llegó a dar ni dos pasos cuando un dolor punzante la hizo perder el equilibrio y casi caer. Marco que estaba atento a los movimientos de Noelia la sujetó antes de que sus rodillas dieran contra el suelo.

-¡Ay! Tengo entumecido aún el pié.

-Salvada dos veces seguidas, eso creo que merece una cena ¿no crees? Por los viejos tiempos.

-¡No te pases! Que tu y yo hace tiempo que no nos tomamos ni una cerveza, ni nos la vamos a tomar. – Le inquirió despectivamente.

-De verdad no entiendo tu actitud ni por qué me has llamado teniendo a tanta gente en la agenda de tu móvil. –dijo frunciendo el ceño.

-No te lo vas a creer, pero unos no me cogían la llamada y el resto “apagado o fuera de cobertura”. En realidad te llamé el último porque me acordaba de tu número, no porque estuvieras en la agenda. Te borré hace tiempo. –dijo despóticamente.

-Ahora entiendo porqué lo nuestro nunca funcionó… mira que te has vuelto desagradable. Al menos podías haber mentido o… - ella lo interrumpió levantando las manos y llevándosela a sus oídos en señal de que era suficiente. Una muestra de la forma que tenía Noelia de actuar y que a Marco lo desesperaba.

-¿Mentir yo? Eso no va conmigo. – sus facciones habían cambiado e irradiaban enfado.

-Salgamos de aquí que no me apetece estar más tiempo en esta casa. – Marco había cambiado el tono y el semblante sonriente por uno radicalmente distinto. La seriedad y la desilusión se le notaban al hablar.

-¿En la casa o conmigo? – le preguntó con total frialdad, haciéndole frente altivamente.

Marco dio la callada por respuesta y se dispuso a subir por la escalera mientras ella elevaba el tono de su voz.

-¡Te he preguntado algo! ¡Haz el favor de contestarme! – ella siempre exigía, nunca rogaba ni cuando estaba en el mayor de los apuros.

-¡Vete a la mierda! Le respondió airadamente mientras daba zancadas hacia arriba subiendo de tres en tres los escalones, casi corría para apartarse de ella. - ¡Ni un “Gracias”! Será desagradecida… Tenía que haberse quedado ahí para siempre…- murmuraba mientras salía por la puerta del sótano.

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