NO DIGAS NADA... SOLO SIENTE (Tercera parte)
Por hemyl21
Enviado el 01/09/2013, clasificado en Adultos / eróticos
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Comencé a jadear, mientras notaba calentarse la parte interior de mis muslos y una ligera humedad se instalaba en mi vagina. Sus manos tomaron prisioneros a mis senos, masajeándolos, y pellizcando mis pezones como para darles forma, me besó de nuevo en el cuello y pasó su lengua por el lóbulo de la oreja, me estremecí de placer. El champán actuaba como un potente afrodisíaco y mi respiración se aceleró al mismo tiempo que los jadeos. Estaba próxima al orgasmo. Sus labios se acercaban por mi mejilla hacia la boca, giré la cabeza y entreabrí los míos deseosos de recibir sus besos apasionados. Nuestras húmedas lenguas se encontraron... pero... ¡Esos labios, ese sabor, el aroma que percibí y que tenía grabado en mi memoria olfativa desde la cena en el restaurante...! ¡No eran de Zaccha..! La persona que se encontraba detrás de mí... sin lugar a dudas...¡era Paul!
Aparté abrumada mis labios de los suyos, y me cubrí los senos con el albornoz, avergonzada por mi desnudez ante un extraño. Quise bajarme de la banqueta, y quitarme el antifaz. Esto era una trampa preparada sibilinamente por el cabrón de mi marido. Un golpe bajo.
-¡Zaccharie...!- Grité intentando pedirle explicaciones, enfadada.
Él, que había estado parado delante de mí, colocó sus dedos sobre mis labios, como para que me callara. Paul desde atrás, me abrazó impidiendo que bajara de la banqueta, y acercó su boca a mi oído.
-Elizabeht... no digas nada... solo siente.- Me susurró. -Déjate llevar.
En mi interior se desató una lucha a muerte entre la razón, y el deseo. La razón me pedía lanzarme del taburete hacia Zaccha y abofetearle por su atrevimiento. El deseo era tal, que me arrastraba a continuar recibiendo el placer que había quedado interrumpido, para acabar de saciarse. Zaccha me besó en los labios, con cautela, temiendo una reacción adversa por mi parte.
-Solo.. he pretendido hacerte pasar una noche, que no olvidaras nunca... Lo siento Elízabeht... Lo siento...De verdad- Masculló arrastrando las palabras. Noté miedo en su voz, asustado quizás, por haber cometido un grave error que pudiera perjudicar nuestra relación.
-¡Lo que has hecho es una estupidez!- Le dije quitándome el antifaz con rabia y mirándole a los ojos. ¡Me has intentado engañar en algo, en lo que creo, también yo debería haber dado mi consentimiento! ¿Te has creído que soy una puta?
Zaccha bajó la mirada, arrepentido. Miré a Paul, que se había colocado a mi izquierda. También apartó su mirada de la mía, seguramente, con la ingrata sensación de que en ese momento su presencia estaba de más, sobraba. Seguro, que estaría deseando desaparecer de la habitación, hacerse invisible. Mi furia bajó de intensidad al ver a dos hombres hechos y derechos, acobardados y avergonzados, con la cabeza baja, ante una mujer furiosa que les estaba regañando como a niños malcriados. Me dí cuenta que en ese momento, podría hacer con ellos cualquier cosa, incluso colocarlos sobre mis rodillas y darles unos buenos azotes en el culo, por malos, si me lo propusiera. Casi se me escapó una carcajada por lo cómica que me pareció la situación. Zaccha se encontraba desnudo delante de mí y Paul llevaba puesto solamente un slip negro, bajo el que se podía adivinar la silueta y el grosor de su miembro en reposo. No os voy a engañar. Esa imagen me resultó bastante sugerente y erótica. ¡Quizás... debería haber dejado que todo siguiera su curso! Por un momento, en algún recoveco de mi cerebro, volvieron a activarse las pícaras neuronas insatisfechas del deseo. !Sí...es verdad! Zaccha me había tendido una trampa ruín y me había pretendido engañar pero... ¡Qué diablos! ¡Esta podría ser una experiencia única! ¡Bendita trampa, y bendito engaño!- Concluí.
-¡Adelante muchachos!- Les animé. -Sigamos con el juego.- Me coloqué de nuevo el antifaz, y esperé sentada y relajada, a que me ofrecieran su mejor versión como amantes.
Pasaron unos segundos de silencio, en los que no noté movimiento alguno por su parte. Levanté el antifaz y observé que los dos seguían en la misma posición, mirándome, con una expresión bobalicona en sus semblantes. ¡Aaay..! ¡Son hombres..! Y seguramente mi reacción les había dejado bloqueados. Sí...definitivamente, estaban bloqueados. Así, que tuve que desbloquearlos.
-¡¡Vamos!!- Dije de forma apremiante -¿O vais a dejar que una mujer tome la iniciativa?
Cubrí de nuevo mis ojos con el antifaz, deshice el nudo del albornoz muy despacio, me despojé de él con movimientos sensuales y lo dejé caer al suelo, quedando totalmente desnuda encima de la banqueta. Alargué los brazos hacia Zaccha para que cogiera mis manos. Cuando lo hizo le atraje hacia mí. Nos besamos en los labios, primero lentamente y luego con pasión. Quedaba firmada la paz entre ambos. Me bajó de la banqueta y quedé de pie en el centro del salón, mostrando mi desnudez y dejando mi cuerpo a merced de dos hombres, predispuestos a hacer con él mil diabluras.
Paul me abrazó desde atrás por la cintura. Dedicó una de sus manos a acariciar mi seno derecho, la otra, dejó total libertad a sus largos y fuertes dedos, para juguetear por mi pubis, o para frotar con eficacia y delicadeza mi clítoris, y para introducirse alternativamente en la vagina, que esperaba con ansiedad el momento de ser poseída. Besaba mi cuello cuando se acercó más a mí, y constaté que el slip negro que llevaba puesto, ya no formaba parte de su exigua vestimenta. ¿Sabéis por qué lo supe verdad..? ¡Exacto...! Noté su pene todavía en reposo colocarse entre mis glúteos. Imaginaros la escena, yo, de pié, desnuda, con una mano suya masajeando mis senos, la otra jugando en mis partes más íntimas, y su pene reposando sobre mi culito respingón. El orgasmo no se hizo esperar y llegó en forma de pequeños espasmos en el vientre, acompañados de mis ahogados gemidos y jadeos acompasados, dándole la bienvenida.
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