Del otro lado del arroyo

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Enviado el , clasificado en Infantiles / Juveniles
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Mis padres me tenían totalmente prohibido cruzar el arroyo que marcaba la finalización del pueblo.

No solo por el riesgo de ser arrastrado por su correntada, sino que también, como ese verano sus aguas estaban bajas y podría cruzarlo sin problema, temían que me perdiese en la espesura del monte que lo sucedía.

Para asustarme, mi madre me dijo que en dicho monte vagaba un alma perdida, y que aparecía de improvisto en forma de fantasma.

 

Tal como debía suceder, y con mis diez años a cuesta, ese verano crucé el arroyo y penetré en la temible vegetación selvática.

 

Apenas veinte pasos fueron suficientes para confirmar la presencia del fantasma.

Quedé atónito por cinco segundos, luego reaccioné de la manera menos pensada, y con un solo grito pude deshacerme de mis miedos.

--Buuuuuu--  le espeté en su rostro con todas mis fuerzas, levantando mis brazos hacia él como queriéndolo agarrar.

 

Pareció suficiente, pues nunca vi correr a nadie tan rápidamente.

 

Jamás lo volví a ver en aquel monte del otro lado del arroyo.

 


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