Un punto que nos complemente

Punto.

Un punto nos separa. Nos separa de tu falta de lucidez, de tus argumentos bastante saturados, de tus malogradas frases de amor, de tus intentos de querer ver en mí, a alguien más. De tus ganas de hacer de lo trivial, un mejor vivir. De tus ganas por vivir con cada mirada ciega al andar, de tus ganas por no saber demás. 

Un punto nos separa. Nos separa de mi insensatez, de los vacíos que ves en mí con cada mirada interceptada. De lo inexpresivas que suelen tonarse mis emociones con cada detalle, torpe pero inefable de tu ser. De mis regresiones, y de lo imbéciles que suelen darse mis trances. De cada fracaso que me aturde, de cada odio que crece y me consume. De mi apariencia y de mi forma de ser.
Y aunque ese punto nos enferme y acabe, solamente nos unirá su ligera línea transparente, incongruente como los días a tu lado. Que a pesar de ser tan discante, cada vez me convence que tu belleza y mi tristeza se complementan. Que cada vez que tu pasión me envuelve, mi única idea es ver caer las hojas lentas y arrugadas bajo cada penumbra iluminada de tu cuerpo, dispersa de toda tu alma. Que en cada delicado roce de aire que se pierda entre tus piernas, no deje en claro a la sombra que te toca, pero lo notas y no te importa. Que por cada recorrido de tu espalda, desconozca el sentido de mi boca.

Me pregunto si al borrar ese punto, algo tan poco tuyo, ahora sea mío. Que nunca fuiste y yo tan solo soy. Que no tenga tan claro algo que te reconozca, apenas algo de ti, algo que al mirarte piense si algún momento me perdí o te perdí.