Querida señora mía
De mis paseos es usted proveedora de alegría
No he podido evitar estas líneas enviarla
Llevando tres días ya privado de admirarla
Sepa que, justo suyo, soy ferviente seguidor
De sus más tiernas lecturas bajo aquel senador
La avenida del viento amainada ha quedado
Que hasta el sol de media tarde se declina excusado
Me pregunto: ¿Por qué agrado?
El resto de paseantes nunca se hayan percatado
De la calma que trasmite sorteando dichos textos
Más compláceme ser el único, cosa que mucho agradezco
Nada quiero, ni pretendo, sabiéndola esposada
Más que no prive a mis ojos de su imagen sosegada
De la fuente junto al senador soy quien bebe a diario
Alrededor de las seis, siendo fiel a ese horario
Continuaré esperando a solas el próximo frágil momento
Que me permita de nuevo verla, y quizás un primer encuentro
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