LA RABIA - La Confesión lll parte

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Los chicos se quedaron en silencio, Rami, no sabía que decir y Edu, miraba a ningún sitio.

¿Te acompaño a casa?

Rami, si no te lo cuento me muero, tengo que decirlo, no estoy bien todo se ha jodido, desde esa mañana no he podido hablar con mi madre, lleva meses sin decir una palabra de lo sucedido, como si no hubiera pasado nada yo necesito hablar de eso, y no se como abordarlo.

¡Y tu padre!

¡Hay mi padre! ¡Hay mi padre! ¡No se que decirte! No pregunta, parece que no esta enterado, pero te aseguro que algo pasa que no llego a comprender.

Después de un nuevo y prolongado silencio Edu, quiso comenzar.

¡Joder Edu, dejalo ya!

No, ahora tengo la certeza que si te lo cuento, algo voy a encontrar, algo me va a ayudar, estoy seguro.

Y cómo si fuera una confesión le contó que él había visto a tres, que le ataron a una silla desnudo como estaba, tapándole la boca con una cinta americana, todo muy deprisa y un tanto chapucero, pero que alguien desde un rincón del salón donde había más oscuridad les dijo: “El chico no tiene porque verlo, subirlo arriba “. Le subieron dejándole en una habitación encima de la cama y cerraron la puerta. Solo oía groseras risas que lo tapaban todo.

Edu, le dijo que pudo sentarse sobre el colchón y tirarse de espaldas contra el suelo y así partir el respaldo de la silla, se quito parte de las ataduras abrió la puerta y arrastrándose llego a la barandilla del pasillo desde donde podía ver lo que pasaba, los dolores de la espalda y los restos de la silla no le dejaban ponerse de pie y tampoco podía hacer mucho ruido para no ser descubierto.

La madre que trataba de oponerse con las palmas de las manos extendidas musitaba palabras tan incoherentes como: “¿Pero? Dejadme, un error, por favor, ¿Que hacéis?”

Según contaba Edu, para nada sirvieron sus plegarias, desnuda como estaba la pusieron de rodillas tapándole los ojos con una cinta negra, ya no había risas, ni rezos, ni luces, sólo el crepitar de los troncos en la chimenea, el resplandor de las llamas, el roce de las ropas de los intrusos al desnudarse, nada más se dejaron los antifaces que les tapaban las caras junto con las botas.

La levantaron cogiéndola uno de cada mano y el tercero de la cintura, los que tenían sus manos, con la otra la acariciaban desde la espalda hasta el final de los glúteos, el que estaba delante con una mano la cogió de la nuca susurrándole algo al oído que ella parecía asentir, con la otra mano le tocaba los pechos con suavidad dándole besos en cada pezón a medida que dejaba de hablarle, para después bajar la mano hasta su sexo y abrirle un poco las piernas sin dejar de acariciarle, introduciendo con suma delicadeza los dedos. Como era de esperar todo iba en aumento, los hombres se levantaron las mascaras hasta la nariz y así la besaban en el cuello, en los lóbulos de las orejas, bajaban a las tetas, a las nalgas, aunque el que le susurró al inicio acaparó su monte haciéndola gemir, estremecerse hasta llegar un primer orgasmo.

Edu, mientras se lo contaba a Rami, iba notando que la aptitud de su madre no había sido siempre defensiva, es más... Y le siguió relatando.

Los hombres naturalmente estaban muy excitados, la estaban continuamente rozando y aparentemente la obligaban a que les tocara, nuevamente caricias, besos, diálogos inconfesables, incluso llego a coger a uno de ellos por la nuca llevándolo directamente a su boca y con la otra mano cogió el pene de otro moviendolo con maestría, el tercero se giró metiendo su cara y su lengua entra las nalgas, y así volvió a gemir teniendo un nuevo orgasmo, pero esta vez colgada del cuello de uno de los hombres.

Edu, le contó a Rami, que para entonces apareció otro cuarto hombre, seguramente el que ordenó que le subieran a la habitación. También iba desnudo pero llevaba la capa encima, a ella la pusieron de rodillas y la quitaron la venda, el se acercó a ella abriéndose la capa y dejando al descubierto una magnifica verga, que su madre después de contemplarla la acarició, levantándola para así poder lamer los testículos desde la base hasta el glande, que tenía forma de hongo, la metió en su boca poco a poco, succionando en varias ocasiones y poder adentrar todo aquel falo para retenerlo en su garganta, con la otra mano masajeaba sus atributos, como era grande tuvo que repetirlo varias veces hasta que el hombre se vino en su boca. Ella le miraba a los ojos como si le conociera, mientras le escupía la semilla en su pene y volvía a limpiarlo bien con la lengua, bien con la boca, cuando hubo terminado el hombre la levantó y se dieron un largo y cálido beso en los labios, cosa que según Edu, no pareció causarle ningún trauma a su madre. Definitivamente el relatarle los acontecimientos a Rami, le estaban aclarando las ideas.

Cuando parecía el final apareció un quinto personaje e hizo un gesto para que los otros se marcharan, el hombre se acercó a su madre y ella al verle le insultó dándole una fuerte bofetada que él acusó, la cogió del pelo arrastrándola hasta el borde de una mesa, y mientras la ponía boca el tablero con el codo en la nuca se bajo la cremallera del pantalón abriéndole los glúteos, luego la metió la mano en la entrepierna y de sus fluidos untó su pene y el ano de su madre, a continuación y sin ningún miramiento como si fuera una venganza la introdujo de dos fuertes sacudidas todo su miembro en el recto, su madre gritaba mientras el hombre empujada sacando su verga hasta la mitad y volvía a empujar cada vez con más fuerza.

Edu, le contaba a Rami, que pasados los primeros envites no sabía si su madre gritaba de dolor o al final era de placer, lo que si supo es que ese quinto hombre se quedo dentro de ella, estando un buen rato hasta despegarse de su madre, besándola en la nuca, la espalda, dándole la vuelta y volviéndola a besar en la boca, el cuello, el pecho, ombligo, ingles, sexo y vuelta a la boca, la incorporó entre besos y caricias, ella se abrazo a él para darse otro largo beso de complicidad, se dijeron algo en el oído, su madre le volvió a besar y el hombre se marcho.

Continuará...


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