Domésticos.

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Somos pájaros enjaulados de alas mutiladas por nuestro propio hacha. A veces reventamos por escuchar la melodía del pulmón, pero cuando abrimos el pico nos lo abarrotan de gusanos podridos, llenan nuestro paladar para silenciar nuestras canciones. 
El ojo se nos ha vuelto torpe y solamente sabe mirar a través de los barrotes. El cerebro está empapado en status quo y olvidó hace mucho tiempo que nació de natural libre para volar más allá del palo en el que se afila las uñas, donde el cielo no es más que un límite ensanchable… pero nuestra pupila es torpe y elige la seguridad de la jaula a la libertad del riesgo… la visión está distorsionada, el corazón azul se hace pequeño, tanto que se encoge ante la inmensidad del mundo, escoge deambular en una tierra mediocre durante milenios que tomar ejemplo de la mosca y revolotear donde le apetece durante 24 horas, después la muerte, pero antes la vida.
Somos pájaros enjaulados entre paredes de hormigón, amarrados por botones a electrodomésticos que nos acomodan tanto la existencia que vivir se ha convertido en un sentimiento tan profundo como la agonía y tan vacío como el dolor gratuito, una emoción que mata las almas más grandes, enloquece las mayores mentes de mi generación, engorda cuerpos de atletas en potencia: aburrimiento. 
El nuevo sida es aburrirse frente la pantalla mandando a callar a nuestros hijos. 
El nuevo sida es esclavizarse con letras, hipotecas, nóminas para pagar un montón de cacharros que dan placer momentáneo creando huecos tan grandes como manchas solares, inmensos, superiores al vacío que acaban de suplir. 
El nuevo sida es engañar al reloj con cremas, bisturíes, dietas, dedos en la garganta para morir antes de tiempo sin haber sabido nunca quien coño soy.
Somos pájaros enjaulados regurgitando tristeza en el buche, tristeza que nuestros hijos mamarán desde la cuna acostumbrados tanto a su sabor que asesinarán a los pocos pájaros que han escapado de la urna que saben que existe más luz que la del bombillo que han testado el sabor de la caza y saben que no es necesario esperar acurrucados, temerosos a que la mano del amo nos coloque el alpiste junto al periódico donde cagamos; nuestros hijos matarán cruelmente, con saña y burla a esos pocos pájaros liberados por su propia voluntad que de regreso al nido tratarán de informar a los esclavos sobre la verdad del cielo… pero prefiero ser pájaro burlado, asesinado, con conciencia de sí mismo que un pajarillo chocándose las plumas contra los barrotes del espacio minúsculo de su miseria.
Somos pájaros enjaulados buscando porno con nuestras parejas matando todo vestigio de amor sexual, pájaros enjaulados buscando hamburguesas de Mcdonalds que sean idénticas a las de las fotos, pájaros enjaulados buscando cuerpos de chocolate iguales a los de los catálogos de lencería masculina. Somos pájaros enjaulados buscando una realidad inalcanzable creada por publicistas, tiranos, señores, por quienes nos ponen el gusano en el pico antes de poder decir pío… somos pájaros enjaulados conformes con la eterna frustración, con el sometimiento continuo, con la lágrima perenne… somos pájaros enjaulados incapaces de suicidarnos porque ya hemos nacido muertos.


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