como la primera vez

Ella  se ruborizo, es sencillamente perfecta. Su boca arquea una mueca de sonrisa  que llega a sus ojos. Si yo no me ruborizo es por altivez y tal gesto deja al descubierto que con ella sunca me siento tan fuerte y a la vez tan inseguro.  Solo arque mis labios en un gesto de satisfacción. Sostengo se mano, ella no me rechaza. Llegamos al pórtico de su casa. Todo es tan gris a comparación de ella. Escucho  una voz del otro lado, una fuerte y rasposa voz de un hombre seguramente es su padre. Llego la hora de la despedida me cuesta imaginarme ese  momento solo quiero amanecer a su lado y ella apoyada en mi pecho, pero eso no va a pasar no todavía. Respiro profundamente miro sus labio cruelmente seductores debo besarlos si no me muero. ¡Deja de sonreírme no te das cuenta que me enamoras! Ella se acerca a mí, ¿las placas tectónicas empiezan a temblar?, no solo soy yo. Mi corazón no late o late tan rápido que no lo puedo detectar. Se acerca más son los microsegundos  mas largos de la historia. Me vuelve a sonreír, me besa mí frio y peludo cachete debería a verme afeitado. Le devuelvo el gesto muy cerca de su boca se ruboriza, es perfectamente hermosa, dulce. Mi piel pálida se convierte en un volcán estoy rojo. Como no ruborizarme con tanta hermosura. Me vuelve sonreír y me derrito. Otra vez la voz corta el momento.  La última advertencia.” Adiós que tenga una buena noche”. No puedo hablar, no lo puedo creer me quede sin palabras solo un estúpido gesto  expresándole lo mismo. Abre la puerta, y  al instante sale corriendo la criatura más hermosa, nuestro hijo. Ella lo abraza, es tan perfecta, después el me abraza a mí. Ella se encarga de cerrar la puerta.