Había sido la noche de amor más maravillosa que Paula había tenido en mucho tiempo. No solo porque festejaban justamente su primer aniversario de haberse conocido, sino también porque esa misma tarde
le habían confirmado lo de su embarazo.
Si bien ella sabía que Mario no se casaría, estaba convencida de que con esta noticia, se afianzaría más su convivencia y en poco tiempo terminaría de mudarse por completo. Y eso, a ella le bastaba.
Pero también sabía que Mario, como todo viajante de comercio, no estaría en casa permanentemente, pero ese tema sería de preocupación recién para cuando llegue el bebe.
Mientras Ana le preparaba el desayuno a su esposo, le preguntaba si esta semana regresaría a casa el sábado, como siempre.
En ese momento, Mario se le acerca, y con un beso de por medio, le responde:
- No mi amor, hasta el domingo no me esperes.
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