La vida puede pasar tan rapidamente y volverte a encontrar en el mismo momento, no quice seguir cayendo en el abismo de recuerdos y decidí guardarlos en el baúl de mi corazón, de ahí solo salen cuando deseo, cuando hace falta.
Es cierto que todo pasa por algo, hace unos días no lo comprendía y eran mis noches tan amargas como pude imaginar. La luna me sorprendía con su luz impetuosa me iluminaba la cara, daba brillo a todas aquellas lágrimas que salían de mis ojos casi por repetición a la misma hora, sentada sobre el suelo, abrazándo mis piernas, pidiendo explicaciones que no llegaban.
Su recurdo seguía tan vivo, tan fresco, tan intacto. Su olor, su sonrisa, sus ojos. Cada escena con él se paseaba burlona en mi memoria. Sus besos, nunca sentiré otros tan exquisitos como los suyos, su calor al abrazarme, la suavidad en sus manos para leer mi cuerpo, haciendo erizar hasta el último vello de mi piel. Eran imanes las miradas furtivas, los deseos retenidos, todo tan perfecto, todo tan a tiempo.
Desvanecerse en tan solo un instante causó que mi ideal se desplomara, ese castillo de naipes se volcó sobre el suelo de mi vida. Ahora su recuerdo me perseguía, me atormentaba, me hacía suya cuando quería.
Ya pensando con los pies sobre la tierra olvidé todo idilio, toda dulzura, toda esperanza que aún abrigaba mi corazón herido y poco a poco con soplos de rocío fui cerrando esa brecha que causó mi derrumbe, mi descenso hacia el fondo del pantano.
Cerré los ojos un momento y volvió la paz, la sonrisa tranquila, las ganas de continuar, entonces tomé sus fotos, sus videos, sus palabras grabadas en el ordenador de mi cabeza y los archivé en el fondo de ese gran baúl de secretos, para continuar.
Por fin estaba hecho, seguir la vida solo recordando que lindo tiempo fue aquel donde las flores estaban recién en botón y los árboles tenían el calor de verano a su favor, guardar esas noches cálidas de besos cómplices y las tardes tumbados sobre el fresco pasto tocándonos a más no poder, borré su sonrisa y su nombre, por completo, para siempre.
Pero sé que dentro de unos años cuando mi juventud se haya marchado abriré ese baúl y lloraré recordando todo eso que tuve y no pudo llegar a ser nunca más. Esperaré que el tiempo entonces haga su parte y deseche mis memorias al olvido para no añorar tanto.
Sin embargo este tiempo es de avanzar, sin caer, sin llorar, sin recordar, solo la luna supo cuanto lloré, cuanto extrañé, cuanto pedí que volviera, es una locura pero solo los amantes y enamorados saben cuan locos podemos llegar a ser por amor.
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