ruedas calientes .2
Por animalenmoto
Enviado el 18/09/2013, clasificado en Adultos / eróticos
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En ese momento decidió que aquello se salía de lo normal, no era sexo ocasional era otra cosa, notaba como al frenar, al tomar las curvas de la ciudad, al acelerar, su cuerpo y el de ella se unían a través de las vibraciones de la moto.
Esa sensación, y las manos de ella cerca de su entrepierna apretándole con fuerza, le convenció de que aquella iba a ser una noche diferente.
Puso rumbo a una carretera solitaria que se pierde entre unas montañas cercanas y termina en un pequeño lago.
Era el final del verano, no hacia frio pero recordó que ella solo llevaba una chaqueta y un vestido de cuerpo entero sin tirantes, por encima de las rodillas, en el último semáforo de la ciudad en un rápido gesto, se quitó la cazadora y se la dio a ella, y mientras se la ponía volvió a ponerse en marcha, enseguida volvió a notar sus manos esta vez ya no cerca de la entrepierna, sino sobre ella, tuvo que luchar unos segundos con su mente para no perder la concentración, pero unos pechos apretándose contra su espalda, le confirmaron el acierto de dejar su cazadora.
Durante unos instantes dudo, tenía que ser solo la sensación, no podía ser posible, soltó la mano izquierda, y la paso por detrás de su cintura, y pudo sentir como entre el aletear de su cazadora su mano se hundía sobre una cálida y suave piel, sintió su ombligo y acerco su mano a un turgente y ardiente pecho, cuando como si le hubiera mordido una serpiente retiro la mano y la llevo al manillar.
Aquella sensación le hizo llegar un escalofrió que le recorrió la espalda, era el primer botón de su pantalón el que se había desabrochado, aunque la velocidad no era alta, el riesgo aumentaba, y decidió concentrarse todo lo posible en la conducción, y disfrutar de esta ruta y ver hasta donde llegaba.
Mientras una mano experta acariciaba su pecho, otra le desabrochaba los botones del pantalón aquello superaba con creces cualquier expectativa que hubiera tenido para aquella noche, se alegró de haber escogido aquella ruta, unos treinta km de buen asfalto que circula paralelo a un rio, que de tanto en tanto se acerca a ella, lleva hasta un embalse natural, donde algunos habitantes de la ciudad, se acercan los fines de semana para disfrutar de un día de campo.
Está bien para impresionar a las chicas, por la noche puedes acelerar en esas rectas, seguro de que no te vas a encontrar a nadie, y además es un sitio precioso para un encuentro romántico.
Mientras su mente trata de luchar contra su instinto de parar, siente como ella aprieta con fuerza su miembro ya libre de ataduras, cuando reduce la velocidad, y lo convierte en una agradable caricia al aumentarla.
En menos de media hora habrán echo el recorrido, su mente grita de pasión, duda si podrá resistir tanto tiempo esa ardiente tortura, cuando saca la mano de su pecho, la pone sobre su brazo izquierdo, y le hace soltar la mano del manillar, acompañando su mano hasta su espalda, y llevándola hasta el sexo de ella, siente como se aprietan sus dientes para no gritar de gusto al sentir, su sexo húmedo y caliente.
Nota como ella se mueve, intenta volver su mano al manillar, pero ella le sujeta el brazo, decide mantenerse firme, y siente como su pierna izquierda pasa por encima del depósito, ella se echa hacia ese lado, pasando su brazo por delante del pecho y cogiendo su hombro derecho, la comprende, echa su propio brazo izquierdo para atrás y le rodea la cintura y en un rápido movimiento ella está sobre el depósito, mirándole de frente, vuelve a poner la mano en el manillar, y siente como la sangre recorre de golpe todas sus venas haciéndolas latir hasta un punto de agradable dolor.
Nota como sus sexos se tocan, siente la necesidad de estar dentro de ella, pero siente el peligro que ello conlleva, como si leyera sus pensamientos, ella se mueve hasta sentirlo llenándola, poco a poco, la vibración de la carretera y la moto, acompañan sus movimientos, el duda si podrá resistir, mientras ellas clava sus uñas en su costado y sus dientes, en su cuello y llega al clímax, justo en el momento que se acercan al pequeño embalse.
Detiene la moto junto a una pequeña playa de cemento, que la gente usa como embarcadero, con ella abrazándole, con brazos y piernas, consigue poner la pata a la moto y descender de ella, sintiendo como su miembro está a punto de explotar.
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