Hay cosas que no pueden ser evitadas. Hay heridas que no pueden ser curadas. La verdad es innegable. El tiempo no puede ser detenido. La muerte no puede ser burlada.
El silencio era insoportable. Cierto era que en la habitación resonaban llantos, suspiros y sollozos. Pero detrás de aquel ruido se escondía un silencio inquietante. El frío insoportable. Es cierto que el hospital tenía calefacción pero haya donde el iba siempre tenía frío. Quizás una maldición, quizás un castigo. Pero la peor parte era el vacío que le provocaba verla tumbada en aquella cama de hospital. Su rostro era pálido, su pulso era débil y su respiración casi un susurro.
La conoció hacia mucho tiempo, en unas terribles circunstancias. Acaba de salir de un edificio en llamas, todo el mundo corría asustado. El caminaba despacio y de frente se encontró una niña, preciosa, le miro a los ojos tristes con ese azul de los suyos. No había miedo en su mirada. Puede que pareciera una locura pero parecía que sonreía con la mirada.
Paso el tiempo, y no conseguía olvidar a esa chica. Siempre que podía se pasaba a ver si estaba bien. Sin acercarse demasiado. Siempre a una distancia segura. Sería muy problemático si se juntaran. Pese al dolor de no poder permanecer a su lado siempre volvía a verla.
Y ahora estaba sentado ahí en aquella maldita habitación. Ella estaba muriéndose y el no podía hacer nada. Sus familiares roseaban la cama. Los médicos iban y venían frenéticamente. Nadie se fijaba en la triste figura que estaba sentada en la esquina de la habitación. La chica poco a poco dejo de respirar, su pulso se detenía lentamente.
Empezó a llorar. Suplico al cielo y al infierno. Le daba igual el preció. Pero no había respuesta. El pulso bajaba lentamente. No pienso hacerlo, se repetía, de ninguna manera. Su respiración era entrecortada. No había nada que hacer. Impotente espero al momento que mas había temido desde que conoció a aquella chica. Su corazón dejo de latir, su respiración se apago.
Llorando empezó a avanzar hacía la cama. Lentamente, su mente se resistía a la idea de que aquello pudiera estar pasando. No pudo salvarla. A pesar de tener el poder de un dios no sirvió de nada. El destino es cruel. Cuando estaba a su lado acaricio su rostro. Ella fue lo supo entender. Aunque solo fuese una mirada fue la única que no lo miro con miedo.
Aunque su corazón acababa de dejar de latir abrió los ojos y le miro. Le sonrió una ultima vez y le dijo que hiciera lo que tenia que hacer. Él entre sollozos alzo su negra guadaña. Aquel era trabajo. Hay cosas que no pueden ser evitadas. Hay heridas que no pueden ser curadas. La verdad es innegable. El tiempo no puede ser detenido. La muerte no puede ser burlada. Aunque ella quiera.
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