Diana

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Diana en la cama. Sus ojos verdemar parpadean;y su piel toda sudada... mirando a don Saúl Villegas que orina, y dice que se va una semana a Veracruz... que la extrañará mucho. El viejo nalgas de aspirina se voltea y sacude su pinga enorme, sonriendo a la chica hermosa, novia de su sobrino Miguel. Sale del baño y regresa a la camita de Diana. Ella abierta de piernas, y esa pichita linda bulle su semen... De veras preciosa la chava, y él un suertudo. Sonríe el ruco narizón, y se sienta al borde del colchoncillo, y acaricia la barbilla de la hija de doña Teresa, la enfermera. Bocado de rey la niña tal y él un gato viejo y mañoso... La deseaba ya desde hace tanto, tanto... la veía pasar por su calle, de shortcito y ombliguera y paseaba a ese perrillo feo y pachón. Y ella no lo pelaba... y seguía lavando su vocho vetusto, y cada noche se cogía a su vieja gorda y arrugada y apestosa y fantaseaba con esos labios de fresa, y cerraba sus ojos y quería pensar que esas tristes y colgadas chichis de su mujer eran los altivos y firmes y vibrantes pechos virginales de Dianita. Que esa verija aguada y que nunca le apretó nadita, era la angosta y fogosa y maravillosa vagina de la niña esa tan chula, sensual, de curvas tan perfectas... allí sí que le gustaría derrapar en su vochito. Pero ni soñar con tener en sus brazos a ese angelito que Dios bajó del cielo para agasajo de algún cabrón suertudote... que resultaba pues siendo el inútil de su sobrino Miguel, mariguano de primera, y que orgulloso se paseaba de la mano con esa Venus de Cibeles... le gusta a don Saúl esa rola. Pero más le gusta cogerse a Diana...

Y la besa en los labios, y la monta con denuedo... un sueño hecho realidad la chica, que gime y gime bajo la gordura prieta del cincuentón. Don Saúl la posee delicioso... Qué le dio el viejo feo, que la tiene loquita... Miguel es drogo y huevón... pero guapo. Y don Saúl un ruco gacho, panzudo, ojos de sapo, nariz de tucán... pero se la coge cada día más rico el cabrón vetarro. Pero su pinga no tiene edad, no y la sube al cielo y puede tocar las estrellas, una a una, y gime y gime, y sus piecitos bailotean a ambos lados del cuello gordo del prietote señor... Miguel la desquintó... Sí... pero aprendió a gozar el sexo con don Saúl Villegas... pensar cuántas veces pasó a su lado sin mirarlo ni saludar siquiera... sabiéndose deseada por el tipo desde sus días de secundaria... y luego una tarde ella paseaba a Fifú, el chow chow que le regaló su papá cuando cumplió 15, y un doberman iba a devorar a su cachorro... pero don Saúl aparecía y salvaba a Fifú con un patadón en las costillas del doberman... ella agradecía con timidez, y el ruco asentía y la miraba con ansia... y ella seguía su paseo con Fifú y se olvidó del señor... hasta que empezaba a andar con Miguel, y lo supo sobrino del calenturiento don Saúl... El ruco llegó un día y ella allí bajo Miguel, que tenía de gorro su tanga rojo-fuego y la hacía gemir sobre los costales de harina allí en la bodega de la panadería de don Saúl... Y pasaron los días, y una tarde tenía urgencia Diana de verga, y llegaba a preguntar por Miguel a don Saúl... Quen no había visto a su haragán y mafufo sobrino ha días... pero esa erección en la entrepiernadel ruco la cautivó, ya yéndose... pero el viejo la tomaba súbito de la cinturita avispada y le decía por sobre el hombro que la deseaba con loca pasión, y esa dura pinga sentíala en el culo, y Diana cerró los ojitos verdes como el mar... y dijo: Sí... y cundo vino a darse cuenta ya gemía como loquita entre las garras de tan gordo y prieto y feo señor que le metía todita su verga caliente y punzante y deliciosísima por la vaginita llorosa y feliz... disfrutó mucho esa cogida, ese mamar de tetas, ese olor de macho viejo... y desde entonces se hizo su amante...

Y Diana vuelve a casa ya cansada de tanto fornicar... deja la mochila de la prepa en el sofá. Y mamá guisa arroz con pollo, ya llegó del hospital y le sonríe... y Diana se apura a excusarse conque hizo un trabajo de equipo co Pao y Lau... y en su vagina y ano y boquita el olor y rastro de los mocos del viejón amante suyo.


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