Otra vida en Valparaiso (Chile)
Putas, travestis y maricones. Zorras y yeguas, quillos y flaites. Que agradable saber que uno ha estado como en casa, como El Raval de mi Barcelona. Suspiré de alivio por haber encontrado otro horizonte donde ver mar salada cuando llegué.
Me alegró poder ir al cerro cada día, a cualquier cerro y leer historias reales, sinceras y en mil colores agrietados. Haber amado a esta tierra con pendiente de barro y a todos aquellos, que como yo, se exiliaron de su tierra natal, Cataluña, con el Winnipeg.
Hoy la gente me observa triste des de la iglesia de San Francisco y se tapa los oídos, para no escuchar los chillidos de las almas presas que a lo lejos, en el cementerio de Disidentes, reclaman ya, mi presencia. Algún día comprenderé que he muerto.
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