En el fondo de la jaula
Por Rayco Jorge
Enviado el 10/05/2011, clasificado en Infantiles / Juveniles
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- Vamos a ver que te ponemos hoy - comentó el hombre casi para sí mismo mientras alargaba la mano para rebuscar entre un montón de papeles fotocopiados que estaban dispersos en su escritorio.
- Esta semana te he puesto algunas noticias internacionales, algunos buenos chistes, algo de El principito
. ahm
siempre viene bien leer algo de ese libro. Se quedó pensando algunos de los fragmentos de la obra de Antoine de Saint-Exupéry que había seleccionado. En fin
creo que algo de Kafka no vendría mal ahora dada la semana tan extraña que están ocurriendo. Creo que tenía unos fragmentos de relatos suyos por aquí
El hombre acudió a otro montón de papeles de su escritorio y escogió un folio fotocopiado con algunos párrafos de obras de Kafka que había seleccionado cuidadosamente tiempo atrás. Se dirigió a la terraza, de donde provenía una animada música, quizás un éxito moderno que emitían en ese momento desde una emisora local.
- Fuera la radio por hoy. dijo apagando el transistor a pilas. Miró hacia la pared y saludó a su pequeño canario que empezaba a revolotear dentro de su jaula por la presencia del hombre. Comprobó que tenía alpiste, lechuga y agua suficiente mientras lo tranquilizaba son silbos y palabras. Ssshhh, ya está papi aquí, niiiño.
Descolgó la jaula y la depositó en el suelo. Accionó los cierres y separo la base de plástico del armazón de finos alambres blancos que formaban el hogar del pájaro. A continuación retiró los papeles, cubiertos de excrementos y de cáscaras, que solía colocar en el fondo de la jaula, sobre la base, para poder limpiar con mayor facilidad los desperdicios.
- Bueno amiguito, para hoy tenemos algo que te extrañará y sorprenderá dijo cogiendo el folio que había seleccionado de su escritorio, colocándolo con cuidado en el fondo de la jaula. Creo que te gustará. - El pájaro respondió con graciosos y vivaces sonidos.
Colocó la jaula en su sitio y se quedó unos instantes contemplando como el animal revoloteaba y daba pequeños saltos, posándose en los barrotes y en las perchas, esos palos horizontales que se colocan entre los barrotes y que dan al interior de la jaula para que el pájaro pueda posarse. El canario agitaba la cabeza de hito en hito y parecía que miraba fijamente hacia abajo por unos breves segundos. Quien le viese en ese momento se llevaría la impresión de que el animal prestaba su atención a pequeños intervalos sobre algo que hubiese en el interior de la jaula.
Así es, el hombre era una persona muy cuidadosa y metódica. Quería tanto a su pequeño y cantarín pájaro que no se dignaba a utilizar viejos periódicos ni catálogos publicitarios para cubrir el fondo de la jaula. Seleccionaba y cuidaba lo que su pequeño canario leía, y éste era un pájaro feliz.
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