LA ESCRITORA Y EL FOTÓGRAFO I

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Antes de abrir el procesador de texto, echó un vistazo al email. Nada importante, todo basura. Eliminó todos los mensajes menos uno, uno que le había llamado la atención y despertado su curiosidad. Contenía el enlace a un chat. Ella nunca había entrado en ninguna página como aquella, tan solo usaba el pc para trabajar, pero pinchó el enlace y la llamativa página de inicio se abrió en su pantalla. Siguió los pasos que le indicaban para registrarse y tan solo unos segundos después de acceder al chat una pequeña pestaña le avisó de que alguien quería chatear con ella. JUAN36. Pinchó en la pestaña y leyó el saludo de Juan, tímidamente ella respondió con un escueto Hola. Al poco rato la conversación entre ellos era fluida, amena e interesante para ambos. Hablaron sobre sus ocupaciones: Juan era fotógrafo y le contó sus últimos proyectos; Ana le habló de su novela y de los problemas que le estaba dando encontrar un buen final para ella.

-¿Puedes contarme de que trata? -Sí, no hay ningún problema. Es sobre la vida de una mujer joven, atrapada en un matrimonio sin amor, monótono y carente de pasión. Con un marido con el que no mantiene la relación propia de un matrimonio. Ella quiere acabar con ese tipo de vida que la ahoga y la anula, pero no encuentra la forma de salir de esa rutina que no la conduce a otro sitio que a la desdicha.  - ¿Has pensado en la idea de que se encuentre por casualidad con un hombre y acaben siendo amantes?  - No había pensado en eso, pero puede ser buena idea.  - Puedes darle un matiz erótico, describiendo con detalle alguno de sus encuentros sexuales.    -Eso será un poco más difícil, nunca he escrito nada parecido al erotismo.   - Por eso no te preocupes, si quieres yo puedo ayudarte.  - ¿Cómo?  - Muy fácil, tu cuéntame cómo es la protagonista, cuáles son sus deseos y sus carencias. Yo me imaginaré en la piel de su amante, y te diré todo lo que yo le diría y todo lo que le haría. Te daré cada detalle que necesites.

Ana empezó a dar forma a la historia en su mente y le atrajo la idea. Podía dar resultado, además siempre estaría a tiempo de volver atrás si no salía bien. - Creo que puede resultar.   A partir de ese momento, Juan se volcó en relatarle con detalle caricias, roces, posturas y penetraciones. Sus pezones fueron los primeros en sentir el fuego que aquellas palabras despertaban en su cuerpo, su pusieron duros y turgentes. Su sexo le acompañó a continuación, palpitando y humedeciéndose ante el relato de amante experto que Juan estaba desgranando ante ella. 

-Ana, ¿sigues ahí?  - Sí, sí.  -¿Qué te parece? ¿Te está gustando?  -Claro que me gusta, de hecho, creo que me gusta demasiado.   -¿Qué significa eso?   - Juan, ¿puedo pedirte una cosa?   -Sí, lo que quieras.    - ¿Puedes pensar en mí y decirme todas esas cosas en vez de a ella?   - Ana, hace rato que las digo pensando sólo en ti.

A partir de ese momento, Ana sintió que las sensuales palabras de Juan le hacían hervir la sangre y las entrañas. “Mi lengua húmeda no puede dejar de saborear tus pezones, los muerdo y te escucho gemir mientras clavas tus uñas en mi espalda”. Estaba tan excitada que esperaba impaciente las palabras de Juan. “Nota el bulto de mi erección bajo el pantalón. Está gritando tu nombre, necesita sentir el calor de tus manos y la dulzura de tus labios” Su vagina se dilataba cada vez más pensando en Juan. “Si, Ana, sigue chupándola, por favor no pares” Eso era lo que ella deseaba en ese momento, poder tenerla en su boca.

-Juan, ojala estuvieras aquí. Estoy tan excitada…    - Me encantaría estar contigo ahora, me ocuparía de recorrer cada milímetro de tu cuerpo. Ana, mete tu mano entre tus bragas y tócate por mí. Piensa en mi lengua lamiéndote el clítoris y penetrando en tu vagina. Sabes tan bien…     Los dedos de Ana se movían arriba y abajo, desde el pubis hasta su ano dilatado y caliente.   - Prepara ese coñito para mí, Ana.    - Está listo y deseando que lo folles.     - Mete los dedos y piensa que es mi polla la que te está penetrando, si estás sola gime para mí mientras lo haces.   -Sí, Juan, fóllame, por favor. Te necesito.     -Siénteme dentro de ti, yo siento tu mano agitando mi polla, y me pones a mil.                       

CONTINUA


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