Todos los días
Por Tomas Anderson
Enviado el 29/09/2013, clasificado en Amor / Románticos
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Todos los días al levantarme lo hago: recuerdo la razón por la que vivo. Al desayunar la sigo teniendo en la cabeza. Al ir a la escuela más de lo mismo. Y durante el resto del día ahí está, dando vueltas por mi cabeza.
No sé por qué está en mi cabeza, lo que sí que se es que está y que no puedo hacer nada para cambiarla. Fue la que capto mi atención. La que, sin yo poder hacer nada, me secuestro y ahora no me dejar escapar. La que me sedujo.
Pero todo eso no importa. No importa porque el saber que siempre tendré mi razón hace que me sienta completo, que no me sienta solo. Hace que sienta una sensación cálida en el pecho, tan cálida que quema todos mis problemas.
No soy nada sin mi razón, la razón por la que vivo.
Mientras camino me vienen a la cabeza millones de pensamientos relacionados con mi razón vital. ¿Cómo agradecerle que este ahí, a mi lado? Agradecerle que siga conmigo pese a todos los momentos que hemos pasado juntos. Momentos malos. Pero también momentos buenos.
Los viajes, las puestas de sol, los amaneceres, las comidas, los paseos, los baños Momentos inolvidables que forman, y formaran, parte de mi vida.
No quiero olvidar eso momentos. No quiero que se vallan. No quiero que te vayas.
No puedo imaginarme una vida sin mí razón. Es el combustible que me da energía. El impulso eléctrico que hace que mí corazón bombee la sangre de mi cuerpo. La sangre que lleva el oxígeno hacia cada una de mis células y las contagia con más esencia de mi preciada razón. Nada se salva de la infección. Cada milímetro, cada célula, cada molécula, cada átomo, cada protón, neutrón y electrón están contagiados. Están impregnados de mi razón.
No puedo imaginarme un mundo sin mi razón. Sin ella. Te necesito. Te necesito mi amor.
Tú eres la razón por la que vivo. Tú mueves mi corazón. Tú das sentido a mi vida. A mi mundo.
Te quiero. Gracias.
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