Los Padres Antiguos vinieron y nos revelaron la Verdad Única: la muerte es solo el paso, el tránsito hacia otra vida. Aquel día glorioso, cuando más perdidos estábamos, descendieron con sus naves y se presentaron ante nosotros en todo su esplendor. Nuestros Padres brillaban como el sol. Entonces comprendimos que jamás habíamos estado solos en este vasto, oscuro y frio Universo. Siempre habían cuidado de nosotros como sus hijos que eramos.Habia otros como nosotros repartidos en infinidad de mundos a lo largo de toda la galaxia, pero nos dijeron que eran los pequeños humanos los más queridos en su corazón. Por eso habían vuelto y fue un momento grandioso, pero sabed algo: ellos nunca vuelven. Y sin embargo allí estaban. Nos veían tan perdidos, tan desesperados. Sus vástagos se hundían sin remedio en un profundo abismo, desaparecíamos arrastrados por los horrores de la guerra y la aniquilación de los recursos que nos habían permitido subsistir y desarrollarnos hasta entonces. El hambre y las enfermedades nos habían diezmado, nos apagábamos lentamente consumidos por la miseria y el horror.
Y así resurgimos. La humanidad volvió a medrar, esta vez con paso firme y virtuoso, con la ayuda de Los Padres Antiguos. Volvió el progreso y la tecnología. Crecieron ciudades tan grandes como jamás se habían visto antes. Y la ciencia impulsada por la sabiduría de nuestros progenitores llego tan lejos que apenas nos reconocíamos cuando volvíamos la vista atrás.
Muchos empezaron a adorar a nuestros Padres como si de dioses se trataran. En todo eran superiores a nosotros: en belleza, en inteligencia, en tecnología. Me atrevería a decir que nosotros éramos apenas una copia, un débil resplandor de aquella estirpe original de la que proveníamos. Algunos rostros se volvían hacia ellos buscando una guía en la luz de aquellas figuras paternales. Pero la mayoría huíamos en silencio. Teníamos miedo de su omnipotencia, de que alcanzaran nuestros más íntimos pensamientos. Que encontrasen la parte más oscura que se oculta en los corazones de cualquier humano. Aquel paternal control nos exacerbaba, aquella supervisión continua disfrazada de amables consejos nos hacía sentir inútiles, en cierto modo sentíamos que habíamos perdido aquello que siempre nos había hecho triunfar o vernos empujados hacia el desastre absoluto: nuestro libre albedrio.
Pero había algo peor: La Verdad Única había sido revelada. La muerte es solo el paso hacia una nueva vida. Nos convertiremos en energía pura, nuestra consciencia trascenderá y nos fundiremos con el saber de todas las generaciones que pasaron al otro lado antes que nosotros y así nos sentiremos más vivos que nunca. Para muchos era la liberación del miedo más atroz que había perseguido a lo largo de la historia a la humanidad, ya no habría que temer nunca más a la muerte. Nos despediremos de nuestros seres queridos con una sonrisa y diciéndoles: te esperare en el otro lado. Pero había una gran parte de nosotros que vivía horrorizada con aquello. ¿No podríamos descansar nunca? No queríamos nada más, solo dejar atrás nuestra vida llena de amargura y simplemente desaparecer.
Por eso surgió la Agileia.Unos pocos la crearon en la más absoluta clandestinidad y Gran parte de la humanidad consumió esta droga en masa. La droga que volvía rígidos tus miembros, que detenía el proceso vital y que te dejaban en un estado permanente de suspensión. Solo oscuridad eterna. ¿Por qué sentirse vivo para siempre?
Los Padres entendieron entonces que había algo que había salido terriblemente mal en el desarrollo de aquella semilla plantada hacia eones en aquel diminuto mundo llamado Tierra.
La progenie humana no tenía remedio. Tenía un defecto de base. Preferían ser libres a ser felices. Por ello Los Padres Antiguos programaron un Nuevo Diluvio para empezar desde cero.
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