Historias inventadas

Pequeña muchacha con grandes  ojos y minúscula boca.

Atraía a muchos hombres y a varias mujeres por un espejismo de belleza, pero no, ella no era especialmente bella, sin embargo tenía un a qué. Un aire gélido, algo que te hacía pensar que era inalcanzable y ello te impulsaba a saltar solo por rozar tus dedos con su tobillo.

Ella era incapaz de sentir amor o interés sobre alguien que admiraba o amaba a alguien como ella, solo la conocían por encima, no sabían qué bombeaba su radioactivo corazón.

Cuando podía, les utilizaba. Sexo, alcohol, dinero, pensión y/o comida.

Luego desaparecía, con el corazón de sus amantes entre cada muslo.

No quería vivir para nadie, solo para ella, y sus caricias valían más que sus besos, pero que te cayera un abrazo era más puro símbolo de amor.

Veintiseis años y no abrazó a nadie en veinte.