RECUPERAR LA ESPERANZA III - La Nueva Vida en Familia
Por Franki Costello
Enviado el 12/08/2012, clasificado en Drama
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Reflexionando, meditando sobre todo lo que le había sucedido en las últimas horas. Y, desde luego, atormentándose con preguntas que giraban en torno a Isabel y los sentimientos que esta podría tener hacia él. Así fue como nuestro amigo Manuel, ocupó prácticamente la totalidad de aquella larga e interminable noche. Incapaz de pegar ojo, los minutos se le hacían eternos.
Muy temprano, al amanecer, tanto él como Cristina, tras asearse y desayunar, se desplazaron a la parada de autobús, en la cual se suponía que Manuel recibiría algún tipo de indicación o noticia.
Una vez allí, actuando de un modo bastante precavido, este observa, sin pestañear, a toda la gente que se encuentra a su alrededor o que se le aproxima. Por una parte, se muestra muy, receloso, desconfiado, pero por otra, intrigado y esperanzado. Confía en conocer pronto toda la verdad sobre la vida de Isabel durante los últimos años. Su esquema, su proyecto de vida junto a ella, le parece que comienza a cobrar forma de nuevo. De todas maneras, es incapaz de disimular cierto nerviosismo e inquietud.
De pronto, de una forma muy rápida, casi fugazmente, se da cuenta de que alguien se le acerca por la espalda, prácticamente se le echa encima, susurrándole al oído, Manuel. Se trataba de una voz femenina, parecida a la de la chica del día anterior. A la vez, nuestro protagonista, nota claramente que, quien quiera que sea, introduce algo en el bolsillo de su americana. En ese momento, se da la vuelta apresuradamente, pero le resulta imposible ver la cara de aquella persona, ya que, además de llevar túnica, una especie de capucha le cubre totalmente el rostro. Sólo es capaz de ver como desaparece mientras se pierde entre el gentío.
A continuación, Manuel, titubeando, introduce la mano en su bolsillo y extrae de él un trozo de papel, donde hay una nota manuscrita:
- Plaza de Castilla nº 9, Bajo. Allí te informarán
¡Unas señas postales¡. Sólo eso. Se siente confundido, desconcertado. Quizás porque durante toda la noche, se había fraguado otra idea de lo que allí iba a ocurrir. Muy posiblemente esperaba hablar directamente con alguien que les facilitase información de aquella comunidad y, sobre todo, y lo más importante, de Isabel.
Pero, en fin, el encuentro no se había desarrollado de esa manera, como él se habían imaginado. De todas formas, Cristina le anima y le convence de que no es hora de desanimarse, de echarse para atrás. Tienen algo, y eso es lo que importa. Una dirección. Por lo tanto, es necesario ir hacía allá, para averiguar hacía donde les lleva todo aquello.
Al llegar a la plaza, se dan cuenta de que se trata de la sede central del diario La Opinión Hoy de Murcia. Este era el periódico de mayor tirada de la provincia, siendo famoso en todo el país por destapar, entre otros, varios asuntos relacionados con la corrupción urbanística y también por la adjudicación irregular, a determinadas empresas, de las obras de acondicionamiento de edificios oficiales. Debido a la publicación en sus páginas de información relevante y comprometedora, producto de una minuciosa y exhaustiva investigación, varios políticos habían sido cesados o se habían visto obligados a dimitir.
Una vez que Manuel se identificó al guardia de seguridad, este, les indicó que le siguieran, que una persona les estaba esperando.
Les llevó hasta un despacho, en el cual se encontraba una persona que se identificó como José Angel Gascón, Redactor Jefe del periódico. Muy atento y amable, al fin, comenzaron a recibir información detallada sobre la secta en la cual había caído Isabel.
Parece ser que la chica de la túnica, en realidad, era Inés Valverde, redactora del periódico y que había logrado infiltrarse en la comunidad. Desde entonces, tras ganarse la confianza del grupo, el propio líder, le había encargado hacer determinadas compras, para lo cual debía desplazarse a Murcia capital dos o tres veces por semana desde el lugar donde se encontraban establecidos, un pueblo abandonado, a unos 20 kmts. de la ciudad.
Unos minutos más tarde, se unió a la conversación Miguel Quintana, inspector de policía, el cual les comunicó que se iba a llevar a cabo, en las próximas horas, una operación, en la cual, se procedería a la detención de todos los miembros de la secta con responsabilidades, incluido su líder, acusados de varios delitos, entre ellos, el de posible homicidio o asesinato, tenencia ilícita de armas y posesión de sustancia estupefacientes y alucinógenas. Dicha operación, se realizaría de madrugada, en dos lugares diferentes, de forma simultánea: el pueblo abandonado que estaban ocupando y un piso localizado en las afueras de la ciudad.
A continuación, le dio a Manuel una desagradable noticia que, desde luego, él hubiese preferido no recibirla nunca. Le comunicó que, lamentablemente, Isabel hacía casi dos semanas que había fallecido. Enferma, no había sido atendida ni llevada a un hospital. Hasta el último momento, Inés había estado a su lado. Por eso, estaban tan seguros de su muerte, aunque desconocían el paradero de su cuerpo.
Un duro golpe para Manuel. Supuso un mazazo enorme para su autoestima. Se quedó destrozado anímicamente y se derrumbó. De todas formas, el inspector Quintana, pasados esos momentos iniciales de confusión y de perplejidad, le informó de que, en su día, le habían engañado. Su hijo, se había logrado. No era cierto que Isabel lo hubiese perdido durante el parto. Estaba bien y vivía con otro grupo de niños en el piso que pretendían asaltar durante la operación. Cuidaban de los pequeños dos o tres miembros de la secta.
En ese momento, Cristina, viendo el estado de desolación y de tristeza en el que se encontraba Manuel, lo sacó de allí, a un lugar tranquilo y solitario, a un parque próximo. Trató de hablar con él, de animarle a seguir, a vivir. Ahora, más que nunca, tenía un motivo, un gran motivo.
- Manu,- le dijo -,de acuerdo.No habías pensado en esa posibilidad.Querías recuperar a Isabel. Ahora, ya no puedes hacer nada por ella.Sin embargo,por tu hijo, sí que puedes. Piensa que es lo que te queda de ella.Tienes que reponerte, que ser fuerte.El te espera.Es tu familia. Le debes dar una educación, unos estudios.Ayúdale a crecer y disfruta viendo cómo lo hace.
- Y, ¿sabes qué?,- continuó,señalando con su mano al cielo, - Isabel,estará desde allí arriba orgullosa de tu labor como padre,como buen padre.
Aquella noche, Manuel, la pasó en comisaría.En todo momento, a pesar de los nervios,estuvo pendiente de cada detalle de la operación.Sí, por supuesto que pensaba,recordaba a Isabel,pero ahora intentaba convencerse de que primaba más mirar hacia el futuro, unto a su hijo.Ella lo hubiese deseado así.Era su deber. El pequeño necesitaba un padre y una madre. Y él,debía comenzar a ejercer de los dos.
Cuando vio aparecer por la puerta a Inés con aquel pequeño en brazos,no pudo contenerse y rompiendo a llorar,se fundió en un tierno y enternecedor abrazo con los dos durante un buen rato,sin saber qué decir.
A partir de ahí, Manuel, se hizo cargo del pequeño. Para los dos era el comienzo, el inicio de una nueva vida. Distinta. Pero, eso, ...eso es otra historia; sería para otro relato.
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