Nicolás y el dinero

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Los problemas agobiaban a Nicolás, había escuchado en una canción que si no hay amor tendría la fortuna, pero la verdad era que carecía de ambas. Solo le quedaba su salud, que aún así corría el riesgo de resentirse. Todo su mundo giraba en torno a sus problemas, no había lugar en su sórdido cerebro más que para los problemas. 

Un día gris como otro cualquiera, Nicolás se cruzó con un hombre elegante, llevaba un finísimo traje y se dirigía hacia su cochazo donde le esperaba una increíble mujer. Subió en el con una sonrisa de oreja a oreja y se largó sin siquiera mirar al pobre Nicolás que estaba pasmado pensando en las injusticias de la vida. 

Después de languidecer durante varios meses, Nicolás se encontró nuevamente con aquel hombre y se enfado mucho al verlo con su gran sonrisa. -La vida es injusta-. Le gritó enfado mirándolo con resentimiento. Aquel hombre sorprendido se volvió hacia él, se quieto las gafas dejando unos hermosos ojos celestes al descubierto y tocándole la frente con su dedo índice le dijo: -la vida está aquí.

Aquellas palabras calaron muy hondo en el interior de Nicolás que se pasó la semana entera pensando en lo que aquel hombre intentaba decir y después de tanto pensar se dio cuenta de que el mundo era su cabeza. Se puso tan contento que saltó de la alegría y en su cabeza se imaginó ganando la lotería.

Decepcionante fue el resultado cuando vio que ni siquiera se acercó al número jugado y su desilusión volvió a reinar en su interior. Pero no conforme con el resultado de su experimento, se obligó a pensar desde que ponía un pie en el suelo de su habitación hasta que lo levantaba para volverse a dormir, que había ganado la lotería. Se reía solo imaginando su cuenta de banco a punto de estallar, los lugares que visitaba,  las cosas que se compraba, las mujeres con las que estaba.

Su primera sorpresa fue cuando ganó el cuarto premio, y aunque no fue el primero,  aquello lo animó. Después de dos meses, Nicolás ganó más de tres millones en la lotería, pero para su increíble sorpresa, no estaba tan contento como él pensó que estaría. Se compró una gran casa, coche y varias cosas materiales que tanto había deseado, viajó por muchos lugares del mundo, pero aún después de cumplir lo que tanto había deseado obsesionadamente, seguía sintiendo el vacío con él que había vivido antes de ser rico.

A los meses perdió a su hermosa novia, se quedó sin dinero y volvió a estar como antes. Pero la situación no parecía importarle mucho. Se encerró en su casa, y obligó a su mente a pensar que era bello. Todos los días salía de su casa y daba largos paseos, hasta que cierta tarde comenzó a notar que las mujeres no paraban de mirarlo con complicidad: había vuelto a pasar.

Pero Nicolás quería más, estaba maravillado con el poder que poseía y no le bastaba con cosas terrenales, necesitaba más. Obligó a su mente a pensar que estaba en la luna. Desde que se levantaba, hasta que se acostaba, Nicolás solo pensaba en que viajaba a la luna. 

Su familia comenzó a preocuparse por la adquirida locura de su hijo e intentaron ayudarlo, ya que éste se pasaba el día entero encerrado sin ver a nadie, solo salía a almorzar y cenar. Varios sicólogos lo visitaron, pero nadie pudo hacer nada, Nicolás era un chico normal.

Después de un año en el que ya era famoso en todo el barrio, por ser el “chico loco que un día se encerró”, Nicolás viajó a la luna. No necesitaba de trajes especiales, ni de transportes simplemente por qué le había ordenado a su mente que no los necesitaba.

Pero una vez más Nicolás no estaba conforme, había viajado a la luna, pero quería más y siguió encerrado en su habitación por mucho tiempo.

Cierto día Nicolás desapareció, nadie sabía que había ocurrido, no había indicios de violencia y todas sus cosas estaban intactas, ni siquiera se había llevado sus documentos, solo había dejado un testamento en el que cedía todas sus cosas a su familia. 

Su madre estaba inconsolable,  pasó los peores días de toda su vida y a punto estuvo de morir, pero cierto día se levantó de buen semblante y comenzó a actuar como si nada hubiera ocurrido nunca. Su familia alucinada quiso saber el motivo de aquel cambio tan drástico y la madre les respondió que ya sabía dónde estaba Nicolás: lo había visto más alegre que nunca,  junto a Dios, paseando por el espacio sideral. 


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