El amanecer (relato real) Cap 4
Por Roberto Ramirez
Enviado el 13/10/2013, clasificado en Adultos / eróticos
4816 visitas
Capitulo 4
Ni bien entró, reconoció la humedad en su concha. El brazo en el café primero y el incidente de los labios en el auto luego, le habían motorizado las hormonas. Ella se sabía fogosa, pero hacía mucho que no se humedecía tanto con tan poca acción.
El día transcurrió rápido. Se reconoció esperando a Guido para ir a ver , la casa.....?? o quería nuevamente pasar el buen momento del café, y ....recordó el momento de los labios rozándose un instante.
Nuevamente estuvo alerta y escuchó el auto. Se había puesto un vestido solera, con breteles anchos y prendido con botones adelante. Dejó un botón desprendido y su rodilla brillante asomó bajo la tela,....mejor dos botones pensó.......y no miró cuanto se veía de sus piernas.
Salió y el aire de la noche refrescó sus piernas bronceadas. Se había pintado las uñas de los pies y se sentía cómoda y linda.
Cuando salió vio que había alguien más en el auto. Era la mujer que vio el primer día en la oficina.
Se saludaron y fueron hacia la casa. Bajaron los dos y la mujer se quedó en el auto.
Se dio cuenta que sentía algo que la incomodaba......celos?. Se tranquilizó. Vieron la casa y se encaminaron en otra dirección. Iban a casa de la mujer.
La dejaron allí y volvieron hacia el punto de partida. Él le preguntó si podían detenerse en su oficina a dejar unos papeles y enviar un fax.
Cuando llegaron le ofreció bajarse para que no esperara sola.
Lo acompañó.
Entraron a la oficina y él se dirigió al privado. Ella se quedó en la salita de recepción. Las luces estaban apagadas.
Se quedó mirando hacia la calle, hacia el cielo muy estrellado. Relajada.
Él le preguntó si quería tomar algo.
Ella dijo que estaba bien. Él le acercó un vaso con bebida. Aceptó y bebió. El volvió al privado.
Ella terminó de beber y llevaba el vaso al privado. En el momento que entraba, el apagaba la luz y salía.
Se chocaron, y por la oscuridad y los reflejos las manos de él se movieron rozando sus pechos. Ella levantó sus manos y quedó con el vaso y la mano libre contra su pecho. Sus dedos encontraron el vello de GUIDO. El vaso se cayó. Cuando ella lo iba a recoger, el tomó su mentón y lo elevó hacia él. Con el otro brazo la tomó del hombro y la atrajo.
La luz estaba apagada. No supo en qué momento se estaban besando. Su lengua suave y tibia se metió en su boca. Ella respondió y suspiró. Cerró los ojos y dijo "NO!!!" Se dió vuelta para salir.
El la tomó de atrás. La abrazó con un brazo sobre su estómago y el otro sobre los pechos.
Ella repitió " NO!!!Estás loco,..no!!!"
El no la escuchó.
Besó la zona entre el bretel ancho del vestido y el cuello. Ella retorcía la cabeza.
El pasó la lengua hacia la nuca .La piel se erizó instantáneamente. Tomó la oreja izquierda entre sus labios y la humedeció y succionó. Ella se resistía, aunque no hablaba. Soltó el primer gemido.
Las manos de él se deslizaban sobre los brazos desnudos y la aprisionaban para que el cuello y la oreja siguieran recibiendo la caricia de su lengua.
Comenzó a gemir. Una mano bajó hasta su vientre y reclamó propiedad sobre la zona. Ella giró su cabeza y buscó la boca con su lengua hambrienta.
El la seguía abrazando de atrás. Y apoyaba su hombría entre sus nalgas. Sus lenguas se encontraban y se desencontraban en la avidez hormonal creciente.
No había apuro. Había urgencias.
Desprendió dos botones delanteros del vestido, cercanos a la cintura. Sus dedos rápidamente resbalaron bajo la tanga. Sus dientes mordisqueaban la oreja. La saliva tibia se mezclaba con el perfume de ella.
Su concha afeitada rezumaba jugos en cada latido. Instintivamente sus músculos besaron y apretaron el dedo. Su clítoris le dolía de placer.
Con la otra mano él bajó el cierre del costado del vestido. Y a los dos segundos pellizcaba suavemente sus pezones.
Ella inclinaba su cabeza hacia atrás y ofrecía su piel a las manos, lengua, abrazo y bulto .
Los dedos hurgaban en su concha y elevaban su sinfonía de placer hacia el orgasmo inevitable.
De repente él se despegó un poco de su cuerpo.
Ella escuchó el ruido de la hebilla y del cierre de su pantalón. Supo que el señor de la noche había salido de su escondite. Sintió entre sus nalgas la presión prepotente y no opuso ninguna resistencia.
Instintivamente estiró su mano derecha hacia atrás.
Primero no entendía. Luego, inmediatamente se sorprendió, y a la misma vez se alegró muchísimo.
Su boca dibujo una semisonrisa anticipadora. Soltó un gemido ronco, suave, intenso.....
Sus dedos trataban de atrapar la barra caliente y no tomaban toda la circunferencia.
Las venas eran como una trama suave que se hundían con su apretón y renacían de inmediato. Él la seguía besando y acariciando su botoncito y hundiendo su dedo medio en su conchita .
Ella trató de subir y bajar la mano y advirtió que era mucho recorrido para la posición en que estaba.
La curiosidad sexual la invadió. Se dio vuelta y tomó al rey con su mano para reconocerlo en su total grosor y extensión.
Sus ojos buscaban en la oscuridad lo que sus manos le transmitían.
Giró a GUIDO, aun con los pantalones en los pies, de modo que la luz del faro de la calle le ayudara a ver lo que creía que únicamente viéndolo le iba a dar idea del tamaño.
Allí estaba: sus dos manos subían y bajaban por el poste, y aun quedaba lugar para otra mano más.
Se arrodilló para verlo mejor.
Sus manos no cerraban la circunferencia. Su cabeza brillaba como una fruta madura. Sus bolas colgaban duras, respaldando la acción. El aroma era de hombre caliente.
Ella lo masturbaba, y el miembro se resistía a cada intención de desviarle la postura. Tenía fuerza, vida, temperatura, suave dureza.
Sin darse cuenta abrió la boca, pasó la lengua por las gotitas que asomaban, escuchó los gemidos de GUIDO. Escuchó sus propios gemidos ahogados por el kiwi entero que su boca trataba de engullir.
Estiró la lengua ... la pasó desde la punta hasta la base. .....el gemía, murmuraba, ella se abría los labios de la concha y no podía asociar las dimensiones del instrumento con el de su sala de recepción. Trató de engullir la punta y solo atrapó medio durazno. El arqueó su espalda ..
Lengüeteó un testículo suavemente. Él le acariciaba la cabeza y decía "si, si, .. si, .hhhuuuuuu!!!!!" Chupó el otro mientras su mano se aferraba al garrote y lo movía como si estuviera planchando un pantalón grueso....
El la levantó por las axilas y la apoyó contra el respaldo de un sofá.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales