El amanecer (relato real) Cap 7
Por Roberto Ramirez
Enviado el 13/10/2013, clasificado en Adultos / eróticos
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Capitulo 7
Dos semanas después confirmó los pasajes y partió a baires. En otra época habría buscado a alguien más, pero iba a un seminario de cocina y eso le encantaba.
Así que puso ropa linda en su valija y partió a baires.
Llegó el viernes a las 4 de la tarde. Tomó un remise al hotel, donde tenía reserva en un habitación muy linda.
Desarmó la valija , ordenó la ropa, y olfateó instintivamente la tanga que iba en la valija. Aunque ya la había lavado algunas veces, instintivamente buscaba el olor a semen que la impregnó aquella noche. Sonrió para sí misma, pensando que había sido muy rico, pero que no podía estar pensando tanto tiempo en eso. Había pasado más de dos meses. Eran más de dos meses sin ser penetrada por un miembro de verdad.
Salió a pasear, y fue a la recepción del seminario. Si bien el ambiente le interesaba, se sentía un poco rara al no estar acompañada. Al rato olvidó el detalle y se movió con soltura entres los stands y disertaciones.
Tomó folletos, escuchó secretos, se sorprendió con novedades.
Se sentía observada. Cuando se dirigía a la salida se cruzó con una amiga de los eventos. Charlaron un rato y le dijo que si estaba sola podían juntarse esa noche y salir. Ella estaba con su novio y conocían bien la ciudad.
Dijo que quizás, que no quería molestar, y su amiga le dijo que se olvidara de esas tonteras, que la iban a pasar muy bien.
Estaban en el mismo hotel, y en habitaciones contiguas. Ella 212 y la amiga 213.
Ellos fueron a otro lado y ella se compro una falda negra con un tajo. Le dibujaba unas caderas importantes y tentadoras.
Agregó una tanga del mismo color.
Paseó por una galería, entró a una peluquería y se cambió el corte de pelo.
Fue al hotel. Al entrar al lobby y subir al ascensor, cuando se cerraba la puerta alguien entró justo antes que cerrara la puerta.
No prestó atención de inmediato. El hombre la saludó. "Hola, como estás?" Lo miró sorprendida. Lo reconoció de inmediato. Era Juan, el que le entregó los vouchers. Se alegró de verlo.
Hablaron 5 segundos y el ascensor se detuvo en el 2do piso.
El preguntó que tenía planeado hacer esa noche y ella le dijo de la invitación.
Por un instante pensó en agregarlo, pero cambió de idea.
Fueron a cenar a un tipico bodegón de pastas y carnes.
Micaela era muy agradable y conversadora, lo que le hizo pasar un muy lindo rato. Tomó dos copitas de vino y sus mejillas estaban coloreadas.
Al ir al toilette sintió la tanga incrustarse en su monte. La falda le quedaba estupenda y con ese color no se notaba la ropa interior. Sus sandalias color champagne hacían juego con su bijouterie y la camisa de seda.
Al volver del baño sus compañeros ya estaban pagando la cuenta.
Se dirigieron al auto . Ella pensaba que irían al hotel, sin embargo en el trayecto al estacionamiento la invitaron a una milonga.
Aceptó encantada.
Al subir al auto, en el asiento de atrás, se le cayó la cartera y se abrió. Dejó la pierna derecha en la acera y la izquierda sobre el piso del auto. La falda se subió generosamente. Recogió todo, y cuando levantó la vista, Mariano, el esposo de Micaela tenía la mirada inundando sus muslos y su tanguita.....
Cerró la puerta y dijo "Listo!". Al partir el vehículo una sonrisa socarrona le cruzó los labios. Se los mojó con la lengua..
Llegaron a la milonga y los invitaron a sentarse a la mesa alrededor de la pista.
De inmediato sus anfitriones salieron a bailar. Se desenvolvían con destreza y bailaron cuatro o cinco tangos.
Le habría gustado aprender a bailar bien, pensó. Estaba en esos pensamientos cuando alguien se acercó y le dijo " Me permite esta pieza?", muy formal.
Era un hombre muy elegante, mayor, que la tomó de la cintura y arrancó como si ella supiera bailar. Ella se disculpó y él la relevó diciéndole que no había problemas. Que alguna vez había que empezar y que ..hay una primera vez para todo.
Continuaron bailando y el hombre tomaba confianza y le marcaba los movimientos para que ella lo siguiera. En ese trámite la había tomado con su palma derecha estampada en la parte baja de su espalda, y empujaba su pierna derecha entre las de ella.
Su falda negra se adhería a sus caderas, aunque permitía un contacto franco con la pierna del hombre.
Luego de unos minutos sintió el roce más intensamente y aceptó eso como la condición sensual del tango. De otra manera tendría que haber rechazado el avance físico, disimulado, pero firme.
Al tercer tango no tenía ninguna duda que el bulto del hombre frotaba su pelvis. La mano le rozaba la espalda firmemente y la cadencia le imponía un encuentro que la hacía sentir manoseada, desnuda.
Sin embargo, no le desagradaba. .todo lo contrario, sentía como el hombre la inclinaba luciéndose, y a la vez la tanga se incrustaba en su culo y su vagina.
Luego de bailar un tango más, le agradeció y se sentó con sus amigos.
La felicitaron y le dijeron si quería seguir o se iban al hotel. Lamentando no sabía bien por qué, aceptó ir al hotel. En ese momento se dio cuenta lo húmeda que estaba su concha.
Se durmió caliente .
Se despertó con un trueno .
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