Hoy te soñé tan claro y tan tangible que era complicado diluir el sueño.
Hoy te soñé perfecto y cálido, que al despertar no sentí desconsuelo.
Hoy te soñé en la simplicidad del tiempo y al despertar mi ímpetu era tenaz y avasallador como la decisión que toma el viento.
Hoy te soñé libre y tranquilo, que se llenó de paz y sosiego la tempestad que algunas veces se agolpa dentro.
Hoy te soñé color de bosque, color de trigo, color de mar, color de cielo y te volví a soñar, con aroma a sentimiento firme, con aroma a verdad ardiendo, con aroma a libertad de vuelo, con aroma que lleva y conduce al respeto.
Sí, te soñé profuso en la armonía del soneto, inspirador de abrazos diferentes; secuaz a lo que quiero.
Te soñé y te seguiré soñando, hasta encontrar tu aliento, hasta saber que eres real y que existes en este riguroso universo; incrusto entre colinas o vadeando puertos, corriendo por las urbes o habitando el silencio.
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