resultó corto el tiempo que pasé observando su nuevo hogar. Cada día se hacía más sombrío. Nadie la recordaba, ni querían volver a pisar sus tierras, aquellas que le pertenecían, donde su cuerpo descansa y su alma se abre camino buscando la libertad.
Para mi es el mejor refugio. Frente a frente, sin nadie que me vigile, que me prohiba llorarla.
Se ha ido deprisa, casi sin hacer ruído. No me quedó tiempo para despedirme.
Ese día llovía, el cielo lloaraba ante tal suceso, pero yo no comprendí el mensaje. Sentí el agua en mi piel. Estaba tan confundida que me negué a abrir el paraguas. Me gustaba esos momentos de soledad, donde ella y la lluvia se hacían compañeras.
El día de su partida, maldije eses seres que tanto adoró durante su vida, incluso la maldije a ella, por tantas promesas incumplidas, lloré noches enteras, esperando respuestas.
hoy todavía la lloro y la lloraré mañana y con el paso de los años. Cuando llegue a mi vejez me olvidaré de todo,sí, incluso de mi misma, pero no de ella. No recordaré su nombre, pero cuando me sienta sola y vacía, la llamaré a gritos. por que, ni olvido puede más que una madre.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales