CRECIMIENTO PERSONAL
Ya a través de los cuentos se les enseña a los niños desde muy pequeños a ser capaces de discernir algunos problemas reinantes en el mundo y con el que seguramente se encontrarán en sus vidas, como es el problema de la envidia en clásicos como la Blancanieves, en la que su madrastra motivada por este sentimiento pretende acabar con la vida de su hijastra. En el cuento de Caperucita Roja puede entenderse que se les advierte a los niños de posibles peligros y se le puede inculcar una cierta prudencia y cautela. En la Cenicienta habla de la ausencia de la madre, y su madrastra la convierte en criada de su familia y la maltratan. Pero no pueden arrebatarle sin embargo quien ella es y su belleza, y al final como todos recordaremos al probarse el zapato dan con a quien corresponde, que es a quien busca el Príncipe y puede verse que triunfan valores como la justicia al casarse ella con el Príncipe, pretensión de todas las doncellas y recupera así su pretendida libertad. En Peter Pan (un niño que no quiere crecer) se puede transmitir a los niños una forma de afrontar la ausencia de una madre y en cierta manera quien así se viese pudiera sentirse comprendido y de algún modo protegido.
Y es que los cuentos, como los juegos, la música, la buena compañía, los libros o la pantalla o la radio, puede aproximarnos a la realidad y su comprensión, y servirnos para superar adversidades, ya que desde el conocimiento se aminoran miedos, o bien como estrategias ante la vida y cómo no de forma de evadirse de los problemas cotidianos o personales.
Al igual que ocurre con los cuentos, algo parecido ocurre con el juego que sirve para divertirse, aprender y acercarse a cuanto uno le rodea.
Y se dice que quien tuvo una buena infancia cuenta con mayores recursos para la vida adulta, como poder moldear la realidad de una forma adaptativa, al poder gozar de un pensamiento más creativo y positivo al poder ver las cosas desde distintos puntos de vista y disponer de más soluciones, disponer de una mayor autoestima que le permita afrontar las adversidades y retos con mayor confianza y sobrellevar mejor las cargas de vitales.
A estos cuentos clásicos añadiría el Principito de Saint-Exupéry, niño que se hace preguntas acerca de todo, de lo más inocentes, como podría formularse cualquier niño. Como el sentido de la vida, la amistad y el amor. Y en edades más adultas, de lo que yo conozco, quien mejor sabe interiorizar en la forma de ser de los niños es Ana María Matute, penetrando en su alma de forma prodigiosa, buena prueba es el libro de Algunos muchachos y otros cuentos. Y en la adolescencia con quien yo he madurado y con quien me he sentido reflejado es en El Guardián entre el centeno de J.D. Salinger, que cuenta la historia de un adolescente inadaptado y Demian de Hermann Hesse.
Supongo que en la pequeña pantalla la serie que mejor supo reflejar el pensar y sentir de un niño fue Aquellos maravillos años, y tal vez quien mejor supo acercarse a los sueños de los niños fuese Steven Spielberg, en especial, con E.T.
Pues tanto los cuentos, los libros o el cine de los que hablo aquí brevemente, forma o puede formar parte de uno y de la misma vida, como fuente de placer, de enriquecimiento y crecimiento personal.
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