EN EL PICU VILLA
Cuando se habla de casos de desapariciones y sobre todo de niños de corta edad, me recuerda a algo vivido por mí.
Pues esta sería una historia ocurrida cuando uno tendría siete años y en un intento por compartir una tarde con mi hermana Laura de seis años y mi primo Ernesto de siete años.
En uno de estos días de verano tras habernos dado un baño en la piscina de Villa, cuando empezaba a llover débilmente, animados por la aventura y habiéndonos provisto de chocolates y algunos refrescos, decidimos emprender camino al Picu Villa, que era una de de las intenciones que teníamos desde hacía algún tiempo.
Al adentrarnos por los caminos que conducían al Picu Villa, nos encontraríamos a una pareja, que bajaba de donde nosotros procurábamos llegar y que nos aconsejo que retrocediéramos si no queríamos perdernos. A pesar de escuchar esto y de que empezaba a oscurecer proseguimos nuestro camino. No sabiendo muy bien como fuimos andando y adentrándonos en el monte hasta por fin llegar a nuestro ansiado Picu, allí en lo más alto se encontraba una caseta. Aprovechando nuestra llegada y pequeña conquista, sacamos las provisiones para merendar. Sin apenas darnos cuenta la oscuridad ya apenas nos permitía ver con la menor claridad a una pequeña distancia. Pronto comenzarían las prisas y al darnos cuenta de que estábamos perdidos entendimos como insensata nuestra aventura. Por lo que mi primo comentó que tal vez lo mejor sería separarnos, para ver si alguno podía dar con alguien para dar el aviso de donde nos hallábamos, al ver que mi hermana no podía contenerse solo de pensarlo, mi primo decidió sacar de su mochila una flauta y tocó el himno de la alegría, lo que pareció relajarnos algo y hasta llegó a prometer a Dios que no volvería a decir taco alguno si nos salvaba de esta.
La noche parecía cada vez más noche, y recuerdo aún en mi memoria como se veía perfectamente el polígono de Villa todo iluminado, que parecía trasmitirme una cierta calma y un extraño regocijo el poderlo contemplarlo libremente desde las alturas, a pesar de ser las primeras veces que me sentía realmente perdido.
A mi primo viendo la situación en la que nos hallábamos, optó extender nuestras toallas para echarnos sobre ellas y pasar ya allí la noche, algo que me sorprendió por la madurez para aceptar la situación y tomar de forma calmada aquella decisión. Al poco de intentar acomodarnos y sin saber muy bien a que atenernos, yo sentí la presencia de quienes eran nuestros padres, pero a una distancia significativa, más de200 metros(calculo yo), lo que mi primo en un principio no creyó y me tomo por loco, pero poco a poco entre voces de unos y otros, las distancias se aminoraron hasta dar con nosotros, tres niños ortigados por todos lados, llenos de moratones, dudas y miedos, que no sabían muy bien lo que habían protagonizado. Habiéndose movilizado gran parte de Villa, personas del hospital de Villa que nos había visto subir en aquella dirección,la GuardiaCivil, allegados nuestros que conocían bien la zona y a nosotros, que está bien pasado el tiempo la noticia no pareció llegar a todos los interesados por nuestro paradero por lo que no pararon de llegar llamadas y visitas a casa de mis tíos, y todos aquellos que nos querían ver y una vez encontrados se dieron todos por calmados y satisfechos, y no hubo pese a temerlo por ello ni riñas ni castigos para nosotros, los tres niños perdidos y atemorizados, en el Picu Villa.
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