MALESTARES AJENOS
Es cierto que la pulcritud con los demás empieza por una higiene con uno. Que entender a los demás empieza por aceptarse y comprenderse a uno mismo. Cómo que quien no está a gusto con uno, no podrá estar a gusto con nadie. Cómo quien no respeta acaba por no ser respetado. Y cuando un malestar propio recae sobre otros, suele acabar en un mal generalizado. Contemplado desde una cierta ética, esto no debería aceptarse ni permitirse, y qué cada cual tendría que aprender a convivir consigo mismo, para vivir con los demás. Que suele de esta incapacidad, para saber estar consigo mismo y con el mundo, afectadas personas ajenas a dichos problemas, que además suelen las más vulnerables. Para que esto no se produjese habría las personas por aprender a controlar su conducta y obrar de forma responsable, siendo consecuente con lo que se hace, teniendo, para ello, en cuenta, la vida en su entereza, del otro. Porque de lo contrario acabaran las cosas cómo empiezan, estando todo completamente fuera de lugar y las cosas fuera de contexto. Habiendo de buscar qué lo que sucede se rija por un criterio apropiado, que permita la convivencia de todos, cada cual aprenda a canalizar su malestar y se busque para ello soluciones (si así se pretende, pero que sería muy aconsejable), y que a nadie se le pueda culpabilizar ni mucho menos perjudicar, por problemas de los que no es responsable y que nadie debería hacerle responsable. Con lo que se facilitaría y se contribuiría, a encontrarse, y construir una realidad más justa y aceptable.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales