Érase una vez un loco y rico granjero que tenía una hija muy hermosa, tan hermosa, que apuestos príncipes habían pedido a la joven por esposa, sin resultado alguno, porque el viejo, exigía demasiado a los que pretendían desposarla. E aquí lo que pedía. Ofrecerse a ser decapitado por amor. Porque según explicaba, la joven como un lirio celestial, merecía un alma noble, capaz de dar todo por ella y no era necesario tener riquezas para ser al futuro marido, solo dar su vida. Pero nadie padecía locura y ser capaz de cumplir tal petición.
La joven doncella, solía sentarse a las orillas de la calle, bajo un frondoso árbol de naranjos. Allí pasaban los viajeros solo para contemplar su belleza, todos quedaban hechizados. En una ocasión paso un mercader, esté le regalo un changuito que había comprado a una mujer en Armenia. Ella quedo tan encantada con su mascota, que inmediatamente ordeno le sirvieran caviar. El mercader la visitaba seguido, trayéndole los animales más exóticos de la paradisiaca áfrica y creyendo que la muchacha estaba bajo sus encantos, un día se atrevió a pedirla en matrimonio. El encanto desapareció, cuando le hablaron de permitir ser decapitado.
El segundo pretendiente, un fanfarrón príncipe proveniente de Persia, alto y fuerte, pero cuando vio resplandecer el macabro filo del hacha. Salió despavorido como si hubiese visto el propio demonio. Jamás regreso y después de él, lo intentaron muchísimos jóvenes. Más ninguno de ellos pudo desposarla. Porque, tan solo miraban el hacha y patitas para que te quiero. No esperaban a que el viejo granjero, terminara de anunciar las peticiones. Mientras tanto, el changuito se ganaba el cariño de la joven doncella, se comportaba como un humano. Solía peinar a su ama y protegerla de los príncipes que a veces trataban de propasarse con ella.
El tiempo pasó y el loco padre, no encontraba con quien casar a su hija, hasta que un día el changuito, pidió ser decapitado y obtener así la mano de la hermosa doncella. El viejo estaba tan loco, que podía casarla con un moscardón, pues inmediatamente mando llamar a su hija, para anunciarle que le había encontrado marido. La joven no podía creer lo que estaba escuchando, aunque adoraba a su mascota, le parecía mal, desposarse con un peludo animal. Pero complaciendo a su demente padre, sonrió cortésmente al pobre changuito.
A la mañana siguiente se celebró la decapitación. El pobre changuito temblaba de miedo, al ver el hacha bien afilada. Sin embargo en su interior algo tramaba, venció su miedo y ofreció el cuello que le fue cortado de un tajo. Pero de pronto, se formó una especie de humo gris y como un remolino, giro hasta formarse en un apuesto príncipe. La doncella sintió él flechazo de cupido y concibió sentimientos hacía el muchacho. Y el desquiciado padre, no tuvo opción, más que ceder la mano de su querida hija.
El joven príncipe conto a su prometida, que hace muchos años, una malvada mujer le pidió se casara con ella y al rechazarla, le fue puesta una maldición convertido en chango y la única manera de romperla era cortándose la cabeza. Y que jamás se había atrevido hacer semejante locura, por temor a perecer ante el hacha, pero cuando encontró a su amada, el amor lo movió a vencer el miedo. La doncella le sonrió y le dio un suave beso en la mejilla.
Semanas después el príncipe se llevó a la doncella a su palacio, y meces más tarde se realizó una espléndida boda y fueron muy felices
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