La apariencias engañan (5ª Parte)

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Lucía estaba tumbada en la camilla, se sentía aturdida y no sabía muy bien lo que había pasado, la ambulancia iba deprisa y el movimiento no le ayudaba con el mareo, intentaba incorporarse pero alguien la paró.

-       Tranquila Lucía, quédate tumbada, en nada llegamos al hospital. –le dijo Begoña impidiendo que se levante.

-       ¿Begoña?- dijo Lucía desconcertada, ¿qué ha pasado?

-       Te has desmayado en la parada del autobús- le dijo Begoña apretándole la mano- pero tranquila, me ha dicho el médico que posiblemente solo sea una bajada de tensión. Seguro que no has desayunado,¿eh? -le dijo sonriéndole.

-       Menos mal que me has encontrado tú- le dijo Lucía apretándole la mano, -que vergüenza - dijo intentándose tapar la cara con la otra mano.

-       ¿Vergüenza de que? Lucía, te has desmayado, eso no es para sentir vergüenza, mas bien preocupación – le reprendió Begoña.

-       Lo sé, pero no necesito que también se rían de mí por eso – contestó Lucía visiblemente triste.

-       Pero pequeñaja, ¿quien se ríe de ti?- le dijo mirándola con ternura. - y sobre todo, ¿que clase de persona se reiría de una persona que está desmayada?-Le siguió regañando -no creo que nadie lo haga, así que aparta esos pensamientos de tu cabecita.

-       Gracias Begoña – le intentó sonreír Lucía. – estás siendo muy amable conmigo y antes yo te he tratado fatal.

-       Tranquila, supongo que ya no te encontrabas muy bien, y vengo yo a molestarte… Tranquila, todos tenemos días malos – añadió Begoña con complicidad.

-       Sea como sea, gracias, muchas gracias – Le dijo Lucía visiblemente emocionada.

-       Ey, ey, ey! – La calmó Begoña- ni una lágrima, esto solo es un susto y en nada vas a estar como nueva.

-       Gracias otra vez, hacía mucho que nadie me trataba así, eres muy amable.- Siguió diciendo Lucía mientras le caían unas lágrimas por los lados de la cara.

-       Pero mi niña, si te conozco de toda la vida, no te puedo tratar de otra forma – Le dijo Begoña secándole las lágrimas- Si cuando eras pequeña jugaba a las muñecas contigo, ¿no te acuerdas?

-       Sí, me acuerdo, pero pensé que tú no te acordabas – Contestó Lucía sonriendo- han pasado muchas cosas desde aquella época.

-       Eso es verdad, pero el cariño, por mi parte, no se ha perdido, así que aquí me tienes para lo que sea. – dijo Begoña también sonriendo.

-       Gracias otra vez, no tengo demasiados amigos.- dijo Lucía entristecida – Muchas gracias.

-       Lucía, si necesitas hablar de lo que sea, aquí me tienes – le dijo Begoña preocupada, no le gustaba el estado de ánimo de Lucía. – Bueno creo que es el momento de avisar a tu familia – Añadió – Voy a llamar a tu hermano.

-       Gracias – contesto Lucía realmente agradecida por el comportamiento de Begoña, siempre pensó que le caía mal.

 

Begoña llamó a Carlos y le explicó lo que había pasado, obviando, por supuesto, la intervención de Javier en todo este asunto. Como era de suponer Carlos y toda su familia enseguida fueron hacia el hospital.

Después de hablar con Carlos Begoña aprovechó para mandar un mensaje a Javier.

 

El mensaje decía:

Hola, tranquilo, ella está bien, creen que solo es una bajada de tensión, nada grabe, en cuanto sepa algo te escribo. Besitos y por cierto, tu y yo tenemos que hablar.

 

Javier recibió el mensaje mientras observaba a los celadores sacar a Lucía de la ambulancia y a Begoña a su lado. Sintió un gran consuelo al saber que Lucía estaba bien. Se quedó allí, con la mirada perdida en el edificio y pensando en todos esos sentimientos que habían aflorado de la noche a la mañana por esa chica, realmente se sentía perdido, ella era todo lo contrario a lo que siempre había buscado, a lo que había deseado.

 No puede ser – se dijo a sí mismo- Esa chica no es para mí, es demasiado joven, no tenemos nada que ver y no es nada del otro mundo. No se que narices me pasa con ella, pero seguro que se me pasa- pensó mirando el hospital. Puso la moto en marcha y se fue sin mirar atrás.


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