VALORES PARA EDUCAR
Casos recientes y que han generado bastante polémica, son las faltas de respeto, amenazas, agresiones y burlas, entre compañeros y hacia los docentes, en el ámbito estudiantil. Habiendo sucesos y casos, repulsivos y atroces, como el de Marta del Castillo.
Y en mi opinión, se debería priorizar el corregir este tipo de conductas, depositando confianza y autoridad en los encargados de educar, desde un principio, con el apoyo, de las familias.
Y es que a mi parecer, en esta vida la educación, tendría que ir destinada a que los jóvenes estén preparados para la vida, para que acometan la empresa del vivir de una forma responsable, con confianza, independencia y sensatez a la hora de pensar y obrar. Que les permita sobrevivir en este mundo de forma madura y ser capaces de sobreponerse al fracaso y luchar, a partir de un presente, por construir posibles proyectos de futuro sobre los cuales desarrollar el propio yo, la propia personalidad. Esta proyección va a permitir a la persona crecer y encontrar un sentido a la vida y una buena forma de ubicarse en el mundo, y comprometerse con él.
Siempre que sea posible habrá que ver de forma positiva las cosas y crear unas expectativas factibles para satisfacer los logros propuestos.
De lo contrario a todo a lo comentado, que hay que pretender, se estarían formando personas carentes de vida, de identidad y seres inmaduros. Ya que las posturas acomodaticias y pasivas suelen convertir, con el paso del tiempo, a uno en persona abatida, debilitada y llena de vacíos.
Por lo cual lo conveniente es una educación basada en la disciplina, la mejora y el progreso, con normas y valores. Esto no tiene para nada que ser ajeno de reconocimientos, ni estar alejado de componentes lúdicos y de verdaderas satisfacciones personales, que se correspondan con una mejor integración en el mundo. Al contrario nos ayudará a tener una mejor visión y entendimiento de la realidad, de nosotros mismos, y se favorecerá las relaciones con el prójimo y con el mundo. Y al ejercitar una acertada voluntad y el sentido del deber, sirve a uno para proporcionarse mayores bienes y provechos. Ya que como alguien dijo alguna vez el viento no acompaña a quien no sabe a donde se dirige. Todo podría reducirse (bajo una interpretación personal), y parafraseando a Shakespeare, a la cuestión de ser o no ser; dicho de otra manera, en existir o jugar a no existir.
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