EL EFECTO PIGMALIÓN
Estudios corroborados de psicología, al adjudicar de forma aleatoria a los profesores, coeficientes intelectuales de los alumnos, sin que en realidad les correspondiera, comprobaron lo siguiente: Al final de curso las mejores notas correspondieron, efectivamente, a los niños que se le adjudicaron las mejores puntuaciones.
Según esto, las expectativas que se generaron por parte de los profesores y solo en función de esto, acabaron por determinar los resultados finales, ya que a los alumnos de los que se esperaba los mejores desempeños, los obtuvieron ya que resultaron los más motivados. A estos niños se les había dedicado más tiempo, se les estimuló con mayor frecuencia y de forma más adecuada.
Hasta tal punto se confirmó la hipótesis de estos experimentadores, que independientemente de la capacidad real del alumnado y de sus posibilidades, prevaleció el criterio que los profesores habían supuesto cierto.
Y es que factores psicológicos como por ejemplo la atención, aprobación y otros refuerzos son fundamentales para modificar comportamientos y obrar con el prójimo, hasta tal punto que todo puede acabar por regirse por estos factores. Por lo que lo adecuado es depositar la confianza en las capacidades particulares de cada uno y potenciarlas, con lo que mejorarían los resultados de todos, en general.
Al fin y al cabo es un proceso que beneficiaría el aprendizaje, al mejorarse las expectativas y al ofrecer por parte del profesor el debido apoyo y trato, así como una seguridad. Se alimentaría, así, en el alumno la seguridad en sí mismo, el entusiasmo e interés por aprender, y se verían mejoras en su rendimiento.
Y es que en función de cómo tratemos a una persona, ésta se sentirá y de un modo u otro afectará a sus obras, por lo que lo adecuado sería valorarla y tratarla de la mejor manera posible. No debiendo establecerse prejuicios a priori que pudieran predeterminar a los demás negativamente. Así que una buena actitud ante los alumnos y personas en general favorecerá la predisposición de los demás y el crecimiento personal de todos.
Para hacernos una idea, vamos a citar a modo de ejemplo, este párrafo extraído de Eliza Doolittle, (Obra Pygmalión de G.B:Shaw) lo siguiente:
Para el profesor Higgins yo seré siempre una florista porque él me trata como una florista, pero yo sé que para usted puedo ser una señora, porque usted siempre me ha tratado y me seguirá tratando como a una señora.
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