...en aquella cumbre, mis pensamientos formaban un vertiginoso círculo alrededor de mi cabeza. Fluidos propios y ajenos teñían mi cuerpo de odio y muerte y, aunque me esforzaba sobremanera, era incapaz de recordar, ni cuanto menos comprender, por qué todo aquel sinsentido había comenzado.
Una suave brisa acariciaba mi hastiada cara desde el fondo del acantilado: un retrato del organizado y sanguinario caos que impregnaba mi raza. Yo no debía estar allí, no era mi guerra, siempre había tratado de ser humilde, sincera, agradecida,...y sin embargo el destino había querido depositar la vida y la muerte de cientos de almas en mis manos, concediéndome el instrumento necesario para aniquilar su existencia; ¿por qué lo había permitido? supongo que sería la cuestión que atormentase el resto maltrecho de mi cordura hasta el ocaso de los tiempos.
Cabizbaja giré en redondo y me fui abriéndo paso entre los cadáveres mutilados de mis congéneres tanto "amigos" como "enemigos", decidida a no volver a pisar el hormiguero nunca más,...
(Diario de una soldado)
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