Un día de clase como otro cualquiera

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Volvemos como cualquier otro martes a clase. Hoy vengo preparada, te volveré a encontrar después de una semanita sin verte. Estoy ansiosa, no sé por qué si no cruzamos más de cuatro palabras en clase y un par de mensajes de whatsapp. Ya somos mayorcitos, estamos haciendo un postgrado; creo que sabemos lo que podemos querer o no ¿no? Parezco una niña pequeña necesitada de amor y cariño.

 

Me he puesto mis mejores galas, pero sin que se note mucho que es por él. Vestido gris cortito, medias y unos tacones no muy altos pero elegantes. El pelo rizado, suelto y algo de maquillaje, pero muy sencillo. Apenas una línea en los ojos y un poco de colorete. Aun así hay algo que destaca sobre todo y son unos poderosos labios rojos, seguro que atrae su mirada y se derrite en ese momento.

 

Entramos en clase, la misma colocación que siempre. Al lado derecho los más mayores del curso, en el lado izquierdo la “juventud” de 23-28 años. Como siempre me coloco delante de ti pero hoy atraigo especialmente tu mirada, es diferente. Vienes pidiendo guerra con tus ojos color chocolate.

Después de dos horas de aburridísima clase (hoy parece que la profesora no está en sus mejores días y el curso se me hace largo y pesado), llega el esperado descanso. Mientras recojo mis cosas siento una mano que me abraza la cintura. Instantáneamente digo, pensando que era mi compañera:

       

           -¿Qué cariñosa estas hoy no?

            -Te espero en cinco minutos en el baño, vente sola tengo que hablar contigo. Me susurran

Una sensación de miedo junto con inquietud me recorre toda la espalda, no es Ana, es él. Es Carlos.

Tardo unos minutos en analizar la situación ¿Qué querrá este tío ahora? En fin.

Me voy hacia los aseos y de camino me encuentro a Ana:

-          Vamos a comprar al chino Esther, ¿te apuntas?

-          No id vosotras, ahora os cojo voy un momento al baño

Espero hasta que se alejan un poco y no ven como Carlos se coloca delante de mí, me coge de una mano y me mete dentro del baño. Una vez dentro pregunto

-          - ¿Qué te pasa, que es eso tan importante que tienes que decirme? -En ese momento se me viene a la imaginación de nuevo la escena de como antes é me ha cogido de la cintura, puede parecer una tontería pero me puso un poco cachonda.

-          - Hablar… No vengo a hablar Esther y lo sabes. Me has provocado, hoy vienes preciosa y necesito probarte.

En ese momento las palabras se acaban, comienza la acción. Veo como se resbalan por mi hombro poco a poco el bolso, la chaqueta dejando al descubierto el precioso vestido.

Empieza a besarme, primero de forma más imponente, como cuando alguien viene ansioso por necesitar algo y lo tiene entre sus manos y posteriormente de una manera más dulce.

 

Me da media vuelta, mirando a la puerta de los baños y suavemente me baja las medias, a la vez que poco a poco me besa la cintura, el culo y recovecos de mis piernas. Le siento delicioso aunque me da un poco de vergüenza pero se empiezan a encender en mi fuegos que hace mucho tiempo se apagaron.

Después, me da media vuelta y desde la cintura me sube poco a poco el vestido, trazando con su lengua un recorrido que va desde el ombligo hasta el pecho izquierdo. Juguetea ton mi pezón mientras que con la otra mano explora mi interior que ya se encuentra mojado y listo para actuar. Le beso, le beso como si no hubiera mañana y desabrocho el botón de su pantalón mientras bajo la cremallera y noto su miembro vigoroso y fuerte en mi mano. En ese momento Carlos empieza a acelerar su respiración, y cierra los ojos para disfrutar de cada movimiento que le hago, yo llevo en ese momento el ritmo, y me encanta.

Me alza sobre su cintura y yo le rodeo con las piernas en su cintura, apretándole y uniéndole contra mí para que me penetre. Me agarro a su cuello y gimo de placer. Le susurro al oído “por favor, más fuerte pequeño, te necesito más adentro”. El vestido poco a poco se me va resbalando hacia la cintura, dejando mi cuerpo casi desnudo y exhibiéndome ante él.

Poco a poco me baja y me da media vuelta. Me pide permiso al oído que por favor le deje penetrarme por atrás. Nunca lo había probado pero no podía negarme, en ese estado o no. Sin darme cuenta, me penetra analmente mientras introduce sus dedos por mi vagina, acariciándome suavemente… veo las estrellas literalmente.

 

Nunca me había corrido, no sé lo que es eso con los 23 años que tengo. Pero en ese momento me invadió una sensación por todo el cuerpo, un latigazo de placer que el sintió e hizo que se corriese. Ummm delicioso.

 

Acabamos exhaustos, con unas pintas increíbles y fuera de hora del descanso como era predecible. Le indico que salga el primero para que no se den cuenta en clase de que hemos estado juntos. Cuando entro yo después en la clase, Ana me pregunta:

-        -  Esther, donde has estado llegas quince minutos tarde

-        -  Mejor no te lo cuento- respondo- creo que no me creerías.

-          Yo creo que sí- me susurra- Carlos está lleno de tu pintalabios por todo el cuello y manos… y a saber dónde más

-          Touché amiga mía jejeje

 

 

Esto ocurre hace una semana, hoy martes vuelvo a encontrarme con él… Ya no serán solo fantasías hoy empieza de nuevo el juego.


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