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... Y de pronto imaginé que era como el matiz que toma el óxido, como ir sin zapatos y vestida con cirros de nubes por un camino suave y sin recodos, como entrar a un gran huerto donde huele a orégano y albahaca.
Sí, la muerte debe venir con alas de seda; verdes quizá. y sus plumas, encajes de colores.
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