A lo rayuelesco

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Enviado el , clasificado en Amor / Románticos
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No, tal vez fue todo fruto de un maravilloso azar. Un algo que duró un tiempo, bajo unas circunstancias concretas; unos factores que no se repetirán ni en ese orden ni en esa intensidad, nunca más, porque ahí está la gracia, que acaba. Si nos situamos, estamos perdidos, pronto tocará la "desituación" (parecido a la "desubicación", pero en el fondo sin nada que ver) y tú por un lado y yo por otro, y si tu lado era mi lado ahora seré incapaz de identificar mi verdadero lado, y yo creía tener dos, pero ahora comienzo a tener muchos, y eso no me gusta, no me gusta desconocerme. Empiezas, lo disfrutas y mañana ya será hoy, pasado mañana, mañana, y ayer anteayer, y qué jaleo. Punto de partida: empezó, punto final y acaba (***, como en algunas novelas, sería mejor ponerlo así). Sitúate a ese lado, o mejor, no, dos metros más allá de la indiferencia, y estarás en el punto exacto en el que no te veré llegar ni te veré partir, cosas así pasan cuando te desitúas.

 

Y qué tal, yo no sé nada, me decías. Obvio no, no sabía ni cuando empezó ni que ese día iba a acabar, pero sabía que había tenido un principio y ahora ya solo quedaba esperar a ver qué, qué, qué pereza, Dios mío, qué pereza. Esperar sentado, o de pie, que es incluso más molesto, y acabar sintiendo dolor en los talones, los tobillos, esas zapatillas que no debiste ponerte, pero es que tú no sabías que ese día iba a llover de esa manera, "qué culpa, mamá, qué culpa tengo yo, ya me gustaría a mí que hubiese echo sol", pero no hizo, hija, no hizo, y qué, mamá, yo me empeñé en ver que no haría falta paraguas, y ahora me alegro, hubiese sido un grandísimo estorbo estando allí de pie esperando.

 

Ya. Nunca sabía si alguien me estaba entendiendo, como cuando hablas de tu libro favorito, que a nadie parece importarle, pero que tú no acabas de comprender como algo así no puede interesarle a cualquiera, precisamente por eso, porque son "cualquiera". Tuvo nombre, mientras me hablaba de cosas que veía en sus ojos, tuvo nombre, yo se lo dibujaba mil veces y me decía "yo no me llamo así", y yo no me cansaba de repetirle, por qué no, así me gusta llamarte, te pega, te pega como un puñetazo en plena nariz, te despierta cuando te llamo y mira, aquí estás, dices no ser tú pero ya te sientes identificada, supongo que te gané la partida, 10 a 1, touché, puedo seguir intentándolo.

 

Qué complique tienes, qué complicación más grande, por favor, con lo simple que es llamarte por tu nombre. Llamar a las cosas por su nombre, dirían los violadores del verso, y hablaríamos de porros, vaginas, pis de gato y yo que sé qué guarrería más grande, pero era absolutamente cierto. A ti te parecía desagradable, y lo era, pero lo agradable y lo desagradable a veces no resultan ser antónimos, no basta con poner un "des" a todo: des-quitar, des-precio, des-corchar, des-truir, des-trozar, des-pistar, des-treza, ¿ves?, no basta. Dios mío, deja de mirarme, qué cosa más inquietante resultas ser a veces.

 

Me estabas haciendo un gesto con la mano y yo no entendía, te di la mía y fingí no conocerte, me presenté, me fui y al día siguiente volví, como nuevo, tratando de verte como nueva, pero no, tu mano seguía en ese gesto, y a mí se me fueron las ganas de seguir conociéndola (no a tu mano, a ti). No sé qué más. Me dijo algo de que empezaba a sentir algo por alguien. Yo nunca supe de algos y los alguien no me interesaban demasiado si no sabía dibujarlos. Medí mi mano con la de ella y no encajaba, era lógico que no iba a hacerlo, yo era tres veces más apocado que ella de espíritu y nunca me basté solo para abrir todos los dedos de una mano a la vez. Qué mal, tú, qué mal. Pude haberla entendido pero no quiso entenderme. No puedo doblegarme de esa forma a cualquier algo de alguien. Yo tengo nombre para ti, ¿no?, ¿acaso pasé a ser un cualquiera de esos que no te entiende cuando hablas de tu libro favorito?

 

Ay, señor, creo que hoy no dormí lo suficiente, y tú tápate, y deja de mirarme así, voy a leer un rato.


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