Caricias de luna y almizcle.
Por Kara Sant
Enviado el 16/11/2013, clasificado en Adultos / eróticos
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Sus dedos tocarón mi piel, sentía resbalaban en mi piel, mi corazón se aceleraba cada vez más, yo tenía miedo no quería sentirme vulnerable.
Allí desnuda me di cuenta de que no existían miedos, me entregaba en cuerpo y alma. No había una sola linea en mi cuerpo que estuviera cubierta, en ese momento no sentí que aquello fuera solo carnal, sentía como sus ojos se clavaban en mis ojos y no en mi cuerpo, fue ahí cuando mi inseguridad desapareció.
Me hacía sentir lo más bello del universo, éramos una sola persona.
En ese instante supe que no quería sentir eso con nadie más, pero desgraciadamente esas cosas no lo elige una persona sola, éramos una persona haciendo el amor, pero en la vida diaria éramos dos.
Dos personas diferentes, con un único punto de conexión, ese punto de conexión era cuando se apagaba la luz, nuestro idioma eran las caricias.
Creo que sentíamos el mismo miedo y la misma fragilidad que desaparecía cuando nos sumergiamos entre las sabanas, su olor a vainilla y almizcle hacía que ese entorno fuera único.
Cuando salía el sol y se tornaba en nuestra ventana, sabíamos que ya éramos otras personas diferentes.
Esperábamos el día entero con ilusión hasta llegar la noche y transformarnos.
En ese momentos con la luna sobre nuestra piel, la locura se apoderaba de nuestra pasión, no medíamos los besos, ni las caricias.
Al finalizar nos abrazabamos, nos mirabamos, nos decíamos te quiero y nos abrazabamos con tanta fuerza para evitar que ese momento se escapara.
Pero el amor no sólo puede sobrevivir de noche...
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