Las flores azules

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En aquel prestigioso centro de estudios instalado en Semish, la luna que gira en torno al planeta Hunix, un horticultor trabaja, junto con un equipo de 4 personas, en la producción de nuevas especies vegetales. Ahí, a los pies de una gran cadena montañosa, tiene sus invernaderos y sus cámaras de crianza. Tiene además una casa automatizada que su gobierno a puesto a su entera disposición, en donde el grupo científico posee sistemas de comunicación que les permite estar en contacto con habitantes del planeta, y también con los supervisores de la comunidad para la que ellos trabajan.

 

Nadín Carven, el horticultor, es un hombre soltero, a pesar de su edad avanzada, y es como una especie de padre para sus trabajadores.

 

La historia comienza con una misión. Nadín Carven debe ir junto a los suyos hacia una lejana luna natural del planeta Hunix, para supervisar el crecimiento de una vasta plantación de una especie arbórea que permitirá estabilizar la atmósfera y facilitar una pronta colonización, pues han descubierto en ese lugar un importante yacimiento mineral que se desea explotar lo más pronto posible. El compacto grupo viaja hacia el planetoide, equipado con sus trajes espaciales y un importante suministro de oxígeno, y recorre minuciosamente las plantaciones. En su inspección descubren un maligno parásito que pone en peligro la propagación de las semillas y la salud de las especies. Deciden fumigar la plantación y llenar los informes correspondientes.

 

Hasta ahora todo va bien. En su laboratorio, Nadín Carven está trabajando en la creación de una hermosa flor de un metro de altura que produce energía lumínica. El gobierno le está financiando el ambicioso proyecto.

 

Pero entonces empezó a quedarse solo. Pasado algún tiempo, uno de sus ayudantes decidió marcharse porque su familia le impuso un matrimonio arreglado. Decidió renunciar a su trabajo y emprender un negocio particular. Luego, otro de sus trabajadores, uno de los más eficientes, murió devorado por una horrible planta carnívora, durante una expedición a un sub planeta en busca de semillas útiles para sus proyectos. Con sólo dos ayudantes, Nadín siguió realizando su labor.

 

Pronto su jefe directo le encomienda una nueva investigación. Han encontrado una buena cantidad de semillas provenientes de un planeta que dejó de tener vida orgánica hace cientos de años. Su tarea es investigar genéticamente estas plantas para saber cuales eran las reales condiciones de su atmósfera y cual fue el motivo de la desaparición de la vida en ese lugar. Además le informa que a partir de ese momento deberá trabajar sólo, pues los dos ayudantes que le quedan serán asignados a un nuevo trabajo en otro lugar de la galaxia. Sin embargo, Nadín Carven recibe la noticia de que pronto podrá contar con la ayuda de tres robots de última generación, los que arribarán al centro de estudios en pocos días a bordo de una nave carga estatal.

 

No pasó mucho tiempo antes de que sus ayudantes se fueran a trabajar a sus nuevas asignaciones y Nadín se quedara solo en aquella silenciosa luna artificial del planeta Hunix.

 

Entonces sucedió el milagro. Una noche recibió una señal desconocida captada por una complicada máquina, y entabló un diálogo con una voz femenina que se identificó como *** y que dijo encontrarse en un planeta llamado Luminaria, en la zona exterior de la galaxia. El horticultor se siente encantado con la simpatía de este ser. La delicada voz le explica las características de su trabajo en el apartado lugar en que se encuentra. Curiosamente, realiza labores científicas, igual que él. Es la encargada de mantener el clima adecuado en las diferentes atmósferas de los planetas de su sistema solar, con el fin de facilitar las actividades de transporte y comunicación entre los diferentes mundos.

 

Con esta nueva fuente de alegría, Nadín Carven se llenó de esperanza. En el día programado ve arribar la nave estatal desde el planeta Hunix con una carga especial para él. Se trata de dos androides ayudantes de última generación que estarán bajo las estrictas órdenes del horticultor, además de unas semillas dentro de una caja de madera natural con una corta misiva de sus superiores. El capitán de la nave recibe la hospitalidad del botánico y le cuenta las últimas novedades que hay en el planeta. El horticultor quiere saber cómo se realiza la mantención del clima en las atmósferas, y el capitán le dice que se trata de una labor de alta ingeniería, de la que él desconoce los detalles técnicos. La gente encargada de ese trabajo guarda un riguroso silencio con respecto a su metodología, y se dice incluso que están en contacto con los hombres solares. Su maquinaria es de una alta complejidad.

 

El horticultor se da a la tarea de cultivar las semillas de las plantas que le han sido entregadas, lo que hace con ayuda de sus nuevos robots. Recibe de ellos una muy buena impresión. Se trata de máquinas muy avanzadas, de diálogo fácil y extraordinariamente eficientes. Muy pronto Nadín, a pesar se su resistencia, establece lazos afectivos con los androides.

 

Una noche, revisando los amplios catálogos estelares, Nadín Carven descubre con horror que el planeta Luminaria es el mismo que desapareció hace cientos de años. Su corazón dio un vuelco al interior de su pecho. “Es imposible”, dice en voz alta. Para su sorpresa, la señal fue nuevamente captada y el horticultor volvió a oír aquella encantadora voz de mujer. Nadín comprende entonces que está hablando con un ser que se encuentra en el pasado. No comprende cómo puede ser esto posible. Ella le revela las principales características de su hermoso planeta, pero Nadín no se atreve a decirle que la vida en su planeta se destruirá (se destruyó) por una causa que aún desconoce. Durante el día se dedica a su cultivo de plantas y al análisis de las semillas. No logra dar con la causa de la destrucción.

 

Sin poder contener su inquietud, Nadín le pregunta a uno de sus robots cómo es posible que él pueda estar en contacto con una voz que vivió hace cientos de años. El robot le explica que eso sólo sería posible mediante un contacto unilateral, es decir que él podría recibir una señal de audio enviada hace cientos de años, pero no podría responderle, pues la respuesta tardaría otros cientos de años en llegar a su destino.


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