INSULSAS CONDUCTAS
Vivimos en una sociedad en la que para muchos no tiene cabida una ética a la hora de obrar, se olvida respetar lo ajeno y al prójimo, como son los casos de vejaciones y abusos contra personas debido a su procedencia racial, inclinaciones sexuales, menor edad, diferencias de sexo, inferior número, o las delicadas situaciones por las que atraviesan las personas sin techo, entre otros muchos casos. Lo que indica la intolerancia y falta de criterios para vivir en sociedad. Alejándonos del ser considerado, respetuoso y valeroso, con talantes más solidarios y comprensivos con aquellos que atraviesan circunstancias delicadas, que más bien precisan del apoyo por parte de los demás. Y a pesar de que se supondría que vivimos rodeados de personas con una cierta preparación y civismo, a menudo contemplamos imágenes de este calado en la vida real, como a través de los medios de información, hiriendo la sensibilidad de la cordura. Y para nada se debe hacer apología de este tipo de asuntos o tratarlos como una diversión de la que se puede extraer algún provecho, ni tratarlos con dejadez por parte de los miembros de una sociedad, debiendo inculcarse unas normas de conducta que favorezcan una mayor sociabilidad y empatía, y que se permita una adecuada inclusión de todos, tratando de evitarse erróneas percepciones de lo que debería ser el lugar de las cosas. Y no caer en lo deshumanizante, ni hacer entender que todo vale y que realmente nada importa.
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