Mano Negra. - Capítulo 3
Por Diamondsx
Enviado el 20/11/2013, clasificado en Intriga / suspense
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El inquilino de la casa, resultó ser el casero. La sorpresa de Will fue mayúscula al verlo vivir en esa casa. Al entrar en casa, cerró la puerta con llave y después se sentó delante de la mesa del ordenador y lo encendió.
Will, despacio y sin hacer ruido salió del cuarto de baño y pudo observar que la puerta de entrada estaba cerrada con llave, por lo que... ¿por dónde saldría?
Decidió meterse en el dormitorio aprovechando que el casero miraba hacia el teclado y pudo observar que estaba chateando y que el tío estaba con la sonrisa típica de cuando estás tonteando con alguien... ¿No estaba casado?
Al entrar en el dormitorio, vio que la única escapatoria que tendría era la ventana. ¿Salir por la ventana de un piso 20? No era muy buena idea...
Miró por la ventana y pudo ver que justo debajo de la ventana había una cornisa bastante amplia donde se podía caminar sin problemas de caerse ni de hacer equilibro.
Sin embargo, la altura era considerable y por muy seguro que estuviera, seguía habiendo 20 pisos debajo suya...
Finalmente, entró por una ventana que daba al descansillo y salió del bloque tan normal, sin problemas de nada. Quién le diría que había salido de una ventana.
Era ya bastante tarde cuando quiso dormir, pero se le ocurrió otra idea. Utilizaría otra de sus armas para poder dormir en una cama confortable esa noche, por lo que entró en un bloque de edificios y se sentó a esperar.
A los 10 minutos, apareció un portero de una discoteca que lo miro serio y dijo...
- Buenas noches.
- Buenas noches,-contestó Will-.
Y con las mismas, entró en el ascensor y se fue.
Pero a los 5 minutos de haberse ido el portero, apareció una chica haciendo eses.
- Uh, hola nene. ¿Eres nuevo en el edificio?
- Más o menos.
- Oh, pues espero no acostumbrarme a verte muy seguido porque me parece que voy a tener un problema.
- Yo no busco problemas señorita.
- No, digo que tú vas a ser el problema, y como todos los problemas sean como tú... que me metan en la cárcel porque voy a cometer un delito.
Los dos no pudieron evitar reírse al unísono.
La puerta del ascensor se abrió y la chica, como podía por su paso tambaleante, avanzó, pero antes de entrar dijo...
- ¿A qué esperas? ¿Vas a entrar conmigo o me vas a dejar solita?
- Por supuesto, yo ante todo soy un caballero.
Entraron en el ascensor los dos juntos y mientras subía, Will le hizo una radiografía y pensó:
- La tía está bastante buena, lo que yo le cambiaba era la cara... Pero bueno, lo importante no es la cara, sino la hamburguesa de abajo...
A la mañana siguiente, sobre las 10 y media, se fue de la casa, no sin antes hacerle el mañanero.
- Con tanto viaje me ha entrado un hambre... A ver qué puedo hacer para desayunar.
Dando un paseo, vio delante del ayuntamiento a una chica tentetieso. ¿Tentetieso? Sí, porque se cae para adelante y rebota.
Will, como no era tonto dijo, esta es la mía.
- Buenos días señorita. Perdone que la moleste, pero se le ve preocupada.
- No tiene importancia, muchas gracias de verdad.
- Es que no me gusta ver a la gente triste, y menos una chica tan guapa como usted. (No es fea la cabrona...-pensó el chico-).
- Gracias por el piropo.
- Es un placer. Entonces cuénteme qué le ha pasado.
- Soy la dueña de un bar y me han denunciado por hacer ruido a altas horas de la noche en mi local la semana pasada y estoy aquí para demostrar que yo no hice ninguna fiesta.
- Por supuesto, las injusticias no las puedo ni ver.
- Yo tampoco. Por eso estoy aquí, para que se haga justicia.
- Pues luche por ello y que su bar siga tal como está. Por cierto, ¿cual es?
- Está en la calle Newman, en la esquina con Clooney.
- Ah, me han hablado muy bien de ese sitio, pero nunca he tenido la suerte de ir.
- Pues dentro de una hora ya podrá decir que ha probado las mejores tortitas de la ciudad. Receta personal.
- ¿A qué se refiere?
- ¿Ha desayunado ya?
- Eh, no.
- Mejor que mejor. Vaya ahora mismo a mi bar y dígale a la chica de la barra que vienes de parte de la dueña, que eres su amigo personal.
- No puedo aceptar esto. ¿Por qué lo hace?
- Porque usted me ha ayudado a despejarme y me ha dado ánimos. Por cierto, ¿puedo saber su nombre?
- Claro, mi nombre es Will.
- Estella. Encantada.
- Igualmente. ¿Nos volveremos a ver?
- Puede ser. Si da la casualidad de...
- Estella,-interrumpió Will-, las casualidades no existen... Hasta pronto.
Will se despidió de la chica que estaba hecha una sopita... Realmente Will sabía conquistar a una mujer si quería.
Se puso en marcha para llegar al bar y al verlo supo que lo que le dijo sobre las tortitas sería verdad y muy decidido, entró.
Al terminar de desayunar, dio un paseo para bajar el atracón que se había dado y llegó hasta el mirador de la ciudad. Ahí contempló la ciudad que lo acogió tras la muerte de sus padres, donde se crió en el centro de menores, donde consiguió un trabajo y donde ahora parecía que la ciudad entera estaba en contra suya y no lo querían en ningún lado. Primero su casero lo echa de casa para tener ese piso de picadero poniéndole los cuernos a su mujer y después lo echan del trabajo. ¿Qué vendría después?
Mientras Will viajaba en su cabeza y en sus pensamientos, una sombra avanzaba tras él y a un par de metros se detuvo... ¿Quién sería la sombra sospechosa?
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